Falacias
Al burócrata europeo se le coloca en una especie de museo de los horrores, entre Drácula y King Kong
Hace unos meses, cuando la Unión Europea empezaba a calentar motores para las elecciones, le pregunté a un amigo funcionario en Bruselas qué significaba para él este proyecto al que ha dedicado los últimos 30 años de su vida. Respondió regalándome un libro: Un mensajero para Europa, de Robert Menasse. El escritor austriaco también quiso saber qué movía a gente de intereses tan distintos a trabajar juntos por algo. ¿Acaso viven desconectados de la realidad, centrados en amasar dinero en su burbuja bruselense, como repiten Orbán, Salvini o Le Pen?
Al burócrata europeo se le coloca en una especie de museo de los horrores, entre Drácula y King Kong, ironiza Menasse. Decidido a averiguar si en la capital comunitaria había más ingenio o codicia por metro cuadrado, se alquiló un apartamento en Bruselas. Entrevistó a los protagonistas de la leyenda negra, entre ellos a mi amigo.
Nadie le ocultó que, como en todo ecosistema humano, en la UE hay incompetentes. Pero, con las cifras en la mano, la burocracia europea es de las mejor preparadas, más baratas y eficientes del mundo. El acceso por oposición excluye a los arribistas e incorpora a técnicos que hablan, como mínimo, dos idiomas. El presupuesto comunitario supone el 1% del PIB europeo, y de esta cifra el 6% aproximadamente se destina a las instituciones. Esa tiranía de la que hablan los eurófobos nos cuesta el 0,06% de nuestro PIB. La Alemania del Oeste paga el 4% anual por su reunificación. Desde el punto de vista alemán, los costes de la reunificación no se perciben excesivos, sino necesarios.
¿Cómo es posible que lo que a nivel nacional se describe como legislación, los populistas y eurófobos, cuando se refieren a la UE, lo califiquen de frenesí regulatorio? Otro mito es hablar de déficit democrático. Se oculta que quienes deciden la política europea en última instancia son los jefes de Estado y Gobierno en el Consejo. Pero a muchos gobernantes les resulta más cómodo volver a casa y dar una rueda de prensa echándole la culpa a Bruselas.
Han sido funcionarios quienes han logrado poner coto a la legislación sobre desahucios o a las cláusulas abusivas de la banca; o los que han confeccionado el reglamento de protección de datos que más protege al ciudadano en todo el mundo.
El riesgo de no profundizar en la Unión es reducirEuropa a unos pocos asuntos muy específicos. Podría ocurrir. El ambiente desde la era Delors ha cambiado, reconocen quienes llevan 25 años en las instituciones. Sobre todo desde la incorporación de los países del Este, todos temen cualquier movimiento que suponga ceder soberanía.
Menasse concluyó que los burócratas europeos no eran derrotistas. Si acaso, cínicos. También los había comprometidos, pragmáticos y, por momentos, depresivos. Le pregunté a mi amigo con qué categoría se identificaba. Se lo pensó. “Con todas, dependiendo del momento”.
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