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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

El abogado que liberó al artista que lleva dentro

Benji Liebmann es mecenas y director de una de las fundaciones de arte más destacadas de África. Para exponer por primera vez sus dibujos ha elegido España

El artista y mecenas sudafricano Benji Liebmann en casa de la galerista Marta Moriarty en Madrid, el 24 de mayo de 2019.
El artista y mecenas sudafricano Benji Liebmann en casa de la galerista Marta Moriarty en Madrid, el 24 de mayo de 2019.Víctor Sainz
Lola Hierro
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Educación exquisita, hablar grave y reflexivo, movimientos sutiles, espíritu sosegado. Este es el abogado. Mirada soñadora, tez muy morena de quien vive con el sol, collares de abalorios, anillos, cabello en coleta descuidada, ropa amplia. Magnetismo. Este es el pintor. Y los dos, son uno: Benji Liebmann (Johannesburgo, 1953). Hijo de refugiados alemanes en Sudáfrica, de niño dijo en casa eso de "mamá, yo quiero ser artista". Estudió Bellas Artes incluso, pero las circunstancias le llevaron por otro camino. "Murió mi padre y tuve que elegir un estilo de vida más convencional", cuenta ahora. Pasó más de 20 años ejerciendo la abogacía y otros 10 dedicado a los negocios. Pero siempre fue creador en la clandestinidad de su estudio, donde nunca dejó de pintar. Ahora, en su madurez, es conocido y reconocido en su país y en África como uno de los mecenas más influyentes gracias a su fundación Nirox, con la que lleva trabajando desde 2006. El abogado y hombre de negocios liberó por fin al artista que vivía en él.

"He estado 35 años fuera de los circuitos artísticos, y después tuve la suerte de poder despegarme un poco de los negocios. Todo el mundo sabía que estaba pintando, pero no realizaba exhibiciones", cuenta Liebmann en una entrevista en la vivienda de su amiga y galerista Marta Moriarty. El sudafricano ha aterrizado en Madrid porque va a exponer parte de su obra por primera vez, y lo hace en España y, en realidad, en los últimos 40 años. La galería The Art Window del madrileño barrio de Lavapiés exhibe The Triptych. Además, y gracias a la insistencia de Moriarty, también ve la luz en España Drawings, una antología de su obra, principalmente dibujo de grafito sobre papel y fotografías. "Aún estoy acostumbrándome. El ambiente es totalmente distinto al del estudio y ahora me enfrento a ello. Estaba nervioso y expectante por ver qué ocurría, y las reacciones han sido muy positivas, así que me siento mucho mejor".

Lo mejor que puedes aportar a la sociedad es algo que tú ames Benji Liebmann

A Liebmann se le ha conocido más por sus mecenazgos en el mundo del arte que por su propia creación artística. Su labor comenzó cuando fundó Nirox, en el año 2006. En esas fechas, el jurista se sentía desencantado con su vida, así que decidió comprarse una granja para construir su estudio con la idea de alejarse un poco de esa rutina. Se estableció en la Cuna de la Humanidad, un territorio situado a unos 50 kilómetros al noroeste de Johannesburgo y Patrimonio de la Unesco. "Pensaba en volver a ser artista algún día", dice.

En aquel entonces, esa fue una decisión tomada únicamente siguiendo intereses personales, igual que lo fue la de comprar el terreno aledaño al suyo un tiempo después. "La parcela se puso a la venta y a mí me preocupaba que hubiera intrusos en la privacidad de la que yo disfrutaba tanto". Para evitar desagradables sorpresas, se hizo con él. "No tenía ninguna idea preconcebida sobre qué hacer con ella, solo estaba protegiendo mi entorno", reconoce con modestia.

La parcela estaba completamente dañada, pues se había utilizado como granja de truchas a la que la gente iba para pescar en unos estanques artificiales. "Un lugar muy extraño", recuerda. Liebmann se propuso rehabilitar el terreno, algo que requería una gran inversión. "Así que decidí buscar alguna razón por la que me mereciera la pena hacerlo", dice. Pensó en un centro de conferencias, pero no le convenció. "En ese momento estaba dejando el mundo de los negocios y entrando en una nueva etapa de mi vida; sentía que debía devolver algo al mundo, pues yo he tomado mucho de él, he sido muy afortunado".

Benji Liebmann pintando uno de sus murales.
Benji Liebmann pintando uno de sus murales.Cortesía de B.l.

Comenzó entonces a trabajar en un programa de ayuda económica, pero se dio cuenta de que no empatizaba con esa labor. "No era mi manera de devolver a la sociedad todo lo que me había dado. Lo mejor que puedes aportar es algo que tú ames, algo de lo que conozcas su verdadero valor", asevera. Tenía que estar relacionado con el arte. Así llegó hasta la Fundación Nirox como residencia de creadores. "Junto con la pintura, esa idea se ha convertido en el centro de mi vida hasta hoy".

Los terrenos de Nirox contienen hoy un inmenso parque escultórico y un bonito y pulcro edificio pensado para artistas con una carrera ya madura. "En Sudáfrica hay muchos programas para talentos emergentes y jóvenes, pero no existe tanta oferta para otros maduros, ya establecidos que, sin embargo, a veces no tienen la estabilidad económica necesaria para seguir con su trabajo", explica.

El otro requisito que pide a sus residentes es fácil de cumplir: que vengan de cualquier parte del mundo. "Tengo aversión a la idea de las naciones, no entiendo su importancia así que trato de contrarrestar nuestras diferencias. Quiero atraer a gente de todo el mundo a Nirox para que ellos experimenten África y África les experimente a ellos", enfatiza. El pintor rechaza que se hagan diferencias entre artistas africanos y no africanos. Porque son lo mismo. "Esto va de experimentar el hecho de que los artistas somos gente peculiar que piensa de manera peculiar y no tenemos las mismas necesidades que la sociedad convencional; tenemos permiso para ser distintos, así que es una oportunidad para romper diferencias relacionadas con la nación, la procedencia, la cultura..."

Fotos de la residencia artística de Nirox Foundation en Johannesburgo.
Fotos de la residencia artística de Nirox Foundation en Johannesburgo.N.F.

Así, desde 2006 han pasado por Nirox casi 200 autores —entre ellos una docena de españoles— de toda índole, pues Liebmann no excluye estilos, formatos ni disciplinas: escultores, pintores, fotógrafos, escritores, cineastas, filósofos, músicos... Hay cuatro plazas en la vivienda y el tiempo de estancia es el que el inquilino desee, con un mínimo de dos semanas. El que más estuvo, se quedó cuatro meses. "Pueden crear, pero no se les obliga. Muchos no hacen nada en ese tiempo, solo necesitan una pausa en su vida para mirar al mundo de otra manera. Solo desconectar".

Decir a los niños que todo es posible

Además de su mecenazgo, Liebmann se ha involucrado en otro proyecto de la mano del programa Columba, a quienes ha donado una porción de sus tierras para que se establezca allí la sede central de esta organización benéfica de origen escocés. Columba nació en 2009 con la intención de formar en valores éticos, sentido de la responsabilidad y determinación a jóvenes alumnos a través de un programa educativo de liderazgo en escuelas ubicadas en áreas empobrecidas en seis provincias de Sudáfrica. Están apoyados por el Ministerio de Educación, han trabajado con 169 colegios y formado a 1.448 alumnos.

"Eso es el arte"

L. H.

Con ocasión de la exposición The Tryptich , Marta Moriarty y Benji Liebmann presentan también Drawings, la primera antología de este dibujante. La obra de Liebmann es "una figuración onírica y detallada que transmite un misticismo sensual de poderosa unión con la naturaleza. Sus dibujos constituyen una presencia casi tangible que va más allá de la expresión física", describe la presentación del trabajo.

Liebmann cuenta que entra en su estudio, coge un papel y pinta, sin ideas preconcebidas ni intención alguna. Que la obra acabada es distinta a la que empezó porque cambia durante el proceso creativo. "Para mí todo tiene que ver con el proceso, es lo más importante en el arte. La actividad real, para mí, es ir al estudio, pasar tiempo en esa atmósfera y producir. El acto de producir es iluminado, inimitable y muy satisfactorio... Eso es el arte".

El próximo agosto se inaugurarán una serie de edificios arquitectónicamente sostenibles que alojarán en periodos de una semana a grupos reducidos de escolares. Estos participarán en un proyecto educativo de una duración total de 18 meses. En esos días de estancia en los terrenos de Nirox, los menores se rodearán de un entorno con todas las comodidades que pretende transmitirles que todo es posible. "Parte del modelo es tratar a esos niños como te tratarías a ti mismo o cómo se trata a los niños más privilegiados del mundo", explica el artista.

Los alumnos conviven con ocho educadores —"facilitadores", puntualiza Liebmann— en un contexto de creación artística, de reflexión, de contacto con los creadores residentes y con la naturaleza para ayudar a cambiar las expectativas de vida de los estudiantes mostrándoles que ellos son capaces de conseguir lo que quieran. "La idea es lograr que siete jóvenes líderes transformen a su colegio primero y después su comunidad".

Un ejemplo de los resultados es el colegio de Manyangana: en 2012 predominaba el absentismo escolar, el embarazo adolescente y una tasa de aprobados del 32%. Columba eligió a 12 alumnos y tres educadores para transformar el centro y progresivamente mejoró la situación: en 2018 la tasa de aprobados ya ha sido del 100%. El simbolismo de esta escuela es el mismo de su residencia para creadores y de la propia práctica artística tanto para el autor como para la humanidad. En palabras de Liebmann: "Más que educación".

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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