“Mis dos años escuchando a una familia de belugas”
Una investigadora de la Fundación Oceanogràfic relata su trabajo para entender cómo una cría de beluga aprende a comunicarse
Soy investigadora en bioacústica, estudio cómo los seres vivos usan el sonido, y he pasado los últimos dos años y medio escuchando cómo aprende a comunicarse Kylu, la cria de beluga que vive con sus padres en el Oceanogràfic, en Valencia. He grabado durante cientos de horas. Uno de mis principales resultados es que Kylu comparte con su madre una llamada de contacto, un sonido que podría ser importante para entender cómo se construye la sociedad de las belugas.
Al igual que muchos delfines y especies de ballenas, las belugas emplean el sonido para comunicarse, mantenerse en contacto entre sí, buscar comida y explorar su entorno. A las belugas se las llama “los canarios del mar”, pero aún hay mucho que no entendemos sobre cómo usan el sonido. Con mi trabajo quiero entender qué significado tienen en la sociedad de las belugas, y en la relación de estos animales entre sí, los patrones de sonidos que emiten. También, si los cambios en el entorno natural afectan negativamente a su capacidad de comunicarse –por ejemplo, si el ruido de origen humano impide a una madre oír a su cría-. Espero que lo que aprendo con las belugas del Oceanogràfic, y lo que seguiré investigando en el futuro, nos ayude a entender y a conservar mejor esta especie en el medio natural.
Yo soy de Dallas, Texas (EE UU). Desde muy pequeña supe que de mayor quería trabajar con mamíferos marinos, y efectivamente en 2013 empecé a estudiar en el Laboratorio de Comportamiento y Cognición de Mamíferos Marinos (MMBCL) en la Universidad de Mississippi del Sur. Me enamoré inmediatamente del que es ahora mi tema de estudio, porque pensé que para entender a las ballenas y delfines era clave descubrir su uso comunicativo del sonido.
Fui contratada por Valeria Vergara, una experta en comunicación de belugas en el acuario de Vancouver (Canadá), para investigar el desarrollo vocal de Kylu, que nació en el Oceanogràfic el 15 de noviembre de 2016. Por entonces, el único estudio completo sobre cómo aprende a comunicarse una cría de beluga lo había realizado Vergara, así que mi tesis doctoral iba a ser el segundo estudio sobre un tema en el que hay muchas lagunas. Porque la mayor parte de la literatura científica sobre la vocalización de belugas describe los sonidos que emiten, pero no analiza el valor comunicativo de esos sonidos.
Mi investigación es emocionante, aunque mi día típico no sea tan glamuroso como podría parecer. Los días de toma de datos paso una hora o dos con los animales -el momento que más disfruto-, pero gran parte del tiempo lo paso analizando datos con el ordenador. La verdad es que es crucial que los investigadores estudiemos los animales que tenemos a nuestro cuidado, para aplicar lo que descubrimos a enriquecer sus vidas y para aprender cómo conservar las poblaciones en el medio natural.
En este momento, con el cambio climático y con cada vez más alteraciones en nuestros océanos, realmente estamos creando un problema para todas las especies acuáticas. Los contaminantes ambientales, la pérdida de hielo marino y el cambio de hábitat son solo algunas de las amenazas a que deben hacer frente las belugas, y la situación no está sino empeorando. En este contexto, el aumento del ruido bajo el agua puede ser un problema añadido.
El hallazgo principal de mi estudio coincide con algo observado también en la cría estudiada por Vergara: las llamadas de contacto iniciales de las belugas son muy parecidas a las de sus madres. Estas llamadas son biológicamente muy importantes, porque son las que producen las belugas para mantenerse en contacto con sus congéneres -y las crías cuando necesitan a sus madres-. Son como firmas sonoras, como etiquetas acústicas.
En las belugas, los miembros de una familia mantienen relación durante muchos años, y creemos que algunas de estas llamadas de contacto podrían ser compartidas por miembros de la familia. Es algo que debemos seguir investigando.
Estudiar la comunicación de las belugas en el Oceanogràfic a lo largo de los últimos años ha sido fascinante, y me siento en deuda con estos animales por enseñarme tanto acerca de su especie. Es difícil saber si ellos han conectado conmigo durante nuestro tiempo juntos, pero yo sí he conectado con ellos, y espero seguir aprendiendo mucho más en el futuro.
Audra Ames es investigadora de la Fundación Oceanogràfic de la Comunitat Valenciana
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