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Florencia Kirchner, una enfermedad bajo sospecha

La hospitalización en Cuba de la hija de Cristina Fernández de Kirchner deja en suspenso el destino político de su madre

Florencia Kichner vota en Rio Gallegos durante las elecciones argentinas de noviembre de 2015.
Florencia Kichner vota en Rio Gallegos durante las elecciones argentinas de noviembre de 2015.Walter Díaz (AFP)
Federico Rivas Molina
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Parte del destino de Argentina se define en Cuba. Y no se trata de esperar alguna decisión trascendental entre ambos Gobiernos. La encrucijada argentina se llama Florencia Kirchner, tiene 29 años y está enferma. Desde el 7 de marzo, Florencia está ingresada en un centro médico de la isla con un cuadro de pérdida de peso y estrés y un “linfedema ligero de miembros inferiores”, una patología que refiere a “una acumulación de líquido en los tejidos blandos”. Una suma de dolencias que impide a Florencia Kirchner volver a Argentina, donde la justicia la reclama en dos causas por presunto enriquecimiento ilícito.

El apellido de Florencia es la clave: sus padres son los expresidentes argentinos Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Y del estado de salud de la joven depende que su madre decida si se presenta o no como candidata en las elecciones presidenciales del 27 de octubre próximo.

Florencia Kirchner era apenas una adolescente cuando Néstor Kirchner murió de repente el 27 de octubre de 2010, víctima de un infarto. Ella y su hermano mayor, Máximo, heredaron entonces la fortuna y los negocios de su padre. Esa herencia ha sido maldita para Florencia. Sin pedirlo, pasó a formar parte del directorio de dos empresas familiares, Hotesur y Los Sauces, hoy investigadas como pantallas de una presunta asociación ilícita para lavar el dinero de sobornos millonarios. Dos jueces quieren que Florencia esté en Buenos Aires para declarar en esas causas, que ya están listas para el juicio oral y público.

Cristina Fernández, a la izquierda, acompañada por su hija Florencia Kirchner, en su ceremonia de juramento en la casa de gobierno en Buenos Aires, Argentina, en 2011.
Cristina Fernández, a la izquierda, acompañada por su hija Florencia Kirchner, en su ceremonia de juramento en la casa de gobierno en Buenos Aires, Argentina, en 2011. GETTY IMAGES

La salud de Florencia Kirchner se ha politizado, sin duda contra la voluntad de la paciente. La hija de Néstor y Cristina siempre ha preferido mantener un perfil bajo. Está casada con Camilo Vaca Narvaja, hijo de uno de los fundadores del grupo guerrillero Montoneros, y tiene una hija de tres años. Pero es raro que aparezca en público, conceda entrevistas o emita alguna opinión en la prensa. Florencia ha dedicado su vida al cine. Estudió en Nueva York y ya ha dirigido dos largometrajes. Su viaje a Cuba, justamente, fue para participar en un festival en La Habana. Pese a su origen, decidió no dedicarse a la política, y por ello su situación judicial es hoy más endeble que la de su madre y la de su hermano. La primera es senadora y el segundo es diputado. Ambos tienen, por lo tanto, fueros parlamentarios que, si bien no impiden que la justicia los investigue, los protegen de la cárcel. Florencia, sin beneficio alguno, es el eslabón débil de la familia. Por eso su hospitalización ha generado tantas opiniones.

Un país dividido

La mitad de Argentina cree que el ingreso de Florencia en Cuba es una estrategia del kirchnerismo para salvarla de la justicia, forzando un exilio en un país que no tiene acuerdo de extradición con Argentina. La otra mitad considera, en cambio, que Florencia es víctima de la misma persecución política que, dice, padece su madre, hoy procesada en 11 causas por presunta corrupción. Cristina Kirchner denunció semanas atrás que la enfermedad que “devastó” el cuerpo de su hija, era producto del acoso de los jueces. En un vídeo que grabó con voz en off y fotos de su hija, pidió que la dejen en paz. “Les pido a los que nos odian, o que nos ven como enemigos, que por favor se metan conmigo, pero no con ella, no más con ella, por favor”, dijo.

Por ahora, los jueces han permitido que Florencia siga en Cuba, mientras esperan que las pruebas presentadas por los médicos de La Habana justifiquen la prohibición de viajar en avión que han recomendado los facultativos. Desde la isla incluso han pedido a Buenos Aires que para cualquier movimiento judicial esperen el alta definitiva de la paciente, sin fecha prevista. El Gobierno de Mauricio Macri ha propagado la idea de que la aventura cubana forma parte de una estrategia de evasión. “Si ella está tranquila y no hizo nada ilícito, están todas las garantías necesarias en el proceso judicial para que se pueda presentar. Politizarlo, irse a otro país y no volver, genera un poco más de sospechas”, dijo Marcos Peña, jefe de ministros de Macri.

El desenlace de esta novela latina tiene en vilo a la política argentina, porque de él depende la decisión electoral de Cristina Kirchner. La expresidenta tiene tiempo hasta junio para pronunciarse sobre si disputa o no la presidencia a Macri, una carrera en la que ahora es favorita en las encuestas. Es por eso que la salud de Florencia está en los pensamientos de Cristina, pero también en la agenda de los jefes de campaña de la Casa Rosada.

Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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