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Naty Abascal continúa como icono de la moda cuando cumple 76 años

La modelo y estilista sigue trabajando como estilista de moda y sigue figurando en los eventos más exclusivos de la ‘jet’ internacional que tienen que ver con este mundo

Naty Abascal, en Madrid, el pasado octubre.
Naty Abascal, en Madrid, el pasado octubre. Cordonpress
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Incombustible e imparable, así se muestra la modelo y estilista Naty Abascal a la edad en la que otras personas se dedican a jugar a la petanca o pasear a sus nietos por el parque. Ella, que ha tenido que reinventarse varias veces a lo largo de su vida, continúa al pie del cañón en un campo que nunca le ha fallado desde que decidió volcarse en él: la moda. Su pasión desde que, cuando tenía 21 años, el modista Elio Berhanyer le propuso presentar su colección en Nueva York durante la Exposición Mundial de 1964.

Utiliza las redes sociales como aliadas para publicitar los trabajos que realiza, los eventos a los que asiste y las producciones de moda que llevan su firma para diferentes publicaciones, entre ellas las revistas Hola! y Telva. Redes en las que da cuenta de su intensa actividad que igual le lleva a Marrakech a disfrutar de unos días con amigos en el hotel La Mamounia, uno de los hoteles más lujosos de la ciudad marroquí, que ha postear imágenes de las que se deduce que ha estado presente en todos los desfiles de las colecciones de los diseñadores que tienen algo que decir para la próxima temporada o a etiquetar con emoticonos que reflejan cuánto le gusta un sombrero, un collar o uno de los muchos eventos exclusivos a los que acude.

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Naty Abascal cumple este martes 76 años pero como su gran amigo, el diseñador Valentino, parece anclada en un tiempo y un lugar por el que los años pasan de refilón sin dejar lacras trascendentales. Para muchos su voz aflautada, que conserva el deje sevillano, y su reconocible planta de maniquí la hacen valedora de la etiqueta de pija de libro. Quienes saben de su trayectoria conocen que trabaja porque le gusta seguir dedicándose a la moda y porque necesita hacerlo para mantener su economía. Haber estado casada con Rafael Medina y haber llevado el título de duquesa de Feria no le ha garantizado una vida de diván brocado, aunque sí es cierto que de esa y de cada una de sus otras etapas ha sabido llevarse siempre algo que vale tanto como el dinero: magníficas relaciones que la hacen moverse en un mundo exclusivo y de millonarios aunque su cuenta corriente y propiedades sean mucho más modestas.

Naty Abascal sabe lo que es estar arriba y abajo en la noria de la vida. Cuando viajó a Nueva York junto a Elio Berhanyer conoció al prestigioso fotógrafo Richard Avedon y protagonizó un reportaje en la revista Harper’s Bazaar que inicio su despegue en un mundo que esperaba su saber estar frente a la cámara. Ha sido musa y amiga de Óscar de la Renta y de Valentino, ha trabajado con Woody Allen para su película Bananas; Salvador Dalí pintó su cuerpo para una anuncio de televisión, posó desnuda para Playboy y para la revista Interwieu fundada por Andy Warhol.

En 1977 contrajo matrimonio con Rafael Medina, duque de Feria, y llegó su etapa como esposa, madre y anfitriona de lo más granado de la sociedad española de la época. También como personaje recurrente de la llamada prensa rosa. Pero la relación acabó y poco después de su separación llegó la etapa más negra de la vida de Naty Abascal, aquella en la que su saber estar de siempre tuvo que imponerse por encima de cualquier otra cosa cuando su exmarido fue acusado del rapto de una niña de cinco años y de tráfico de drogas y terminó en prisión en marzo de 1993.

Entonces su vida se centró en proteger a sus hijos adolescentes, Rafael y Luis Medina, y alejarles del conflicto haciendo el sacrificio de separarse de ellos y enviarles a estudiar a Estados Unidos, donde vivieron en casa de Óscar de la Renta. Desde entonces si han existido romances, no han sido sonados, y la vida de Naty Abascal ha seguido transcurriendo las ritmo que marcan las colecciones de moda. Sabiamente ha visto venir que sus tiempos de modelo eran otros y que había que subirse a la ola de Internet para seguir siendo musa. Así ha pasado de maniquí a influencer, de impresionante percha a respetada prescriptora, de vestir un Valentino de alta costura a asistir a una fiesta de alto copete vestida impecablemente de Zara. Y todo sin dejar de ser respetada por los diseñadores con los que se codea de tú a tú detrás de los escenarios y por sus compañeras mileuristas que como ella toman notas a su lado para realizar la crónica más certera de un desfile. Naty Abascal tiene la capacidad de transformación de un camaleón y los años, de momento, solo los nota cuando vuelve algo más cansada de lo normal después de un tiempo fuera de casa.

 

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