De los majestuosos interiores de los palacios venecianos a los empobrecidos salones de las decadentes viviendas de La Habana, el fotógrafo americano Michael Eastman nos traslada en el tiempo por una serie de escenarios cuya grandeza sugiere misteriosas narrativas
Lámpara de araña (Venecia, 2008).Michael EastmanHueco de escalera déco.Michael EastmanPuerta abierta, papel pintado de seda (Lisboa, 2011).Michael EastmanPalacio francés (Buenos Aires, 2017).Michael EastmanTeatro Hollywood (La Habana, 2010).Michael EastmanEspejo en cuadrícula (Milán, 2008).Michael EastmanGalería (Sicilia, 2010).Michael EastmanRetrato (La Habana, 2010).Michael EastmanRancho Pablo Silveyra, (Buenos Aires, 2017).Michael EastmanGalería (Sicilia, 2010). No hay personas en los lugares que fotografía Michael Eastman. Sin embargo, al observar las imágenes el espectador cree oír las risas de los invitados e imagina que hace solo unos instantes abandonaron el majestuoso salón; de la misma forma, distingue el impreciso reflejo del dueño de la propiedad en el espejo que cuelga encima del sofá, y ve en su tapicería la huella de una joven que, tal vez aburrida, se acaba de levantar; las pisadas aún resuenan en el hueco de la escalera; alguien ha abandonado la habitación; o quizás está a punto de entrar. A través de la luz, el color, la textura y una austera composición, los espacios interiores componen el retrato de quien, a pesar de su ausencia, los habita. Ayudado por una minuciosa búsqueda del detalle, el fotógrafo desentraña la poesía del lugar. Son escenarios que nos hablan de un tiempo pasado, al que sus dueños se aferran y luchan por conservar, los cuales Eastman inmortaliza tal y como los encuentra, con su mirada de historiador. Cuando la gente pregunta al artista quién es su escenógrafo, responde: "La vida".Michael Eastman