_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Imaginar futuros

Las formas y el fondo del debate público en España resultan difícilmente compatibles con una cultura democrática saludable

Mariola Urrea Corres
Albert Rivera durante el acto de presentación de su candidatura a la Presidencia del Gobierno.
Albert Rivera durante el acto de presentación de su candidatura a la Presidencia del Gobierno.Emilio Naranjo (EFE)

Imaginar futuros posibles no está al alcance de cualquier tipo de materia viva. Se trata, de hecho, de una cualidad propia del ser humano. Planificar, soñar, perfilar o, si lo prefieren, configurar futuros requiere disponer de un grado de evolución consciente ciertamente sofisticado. Precisamente los que saben de evolución señalan que esa capacidad para proyectar es una estrategia evolutiva gracias a la cual el ser humano consigue incrementar las oportunidades de supervivencia como resultado de rechazar opciones imperfectas. Efectivamente, el simple ejercicio de imaginar situaciones permite visualizar potenciales riesgos y corregir aquellos elementos que resulten defectuosos con el fin de depurar los fallos de la situación que finalmente podría ser vivida. Esta capacidad, propia de la materia inteligente, hace posible experimentar futuros sin necesidad de sufrirlos realmente. Al percibir por anticipado las consecuencias que esos futuribles generan se facilita la adopción de decisiones mejor alineadas con la consecución de una realidad más depurada en términos de satisfacción personal y social.

Más información
PP y Ciudadanos echan un pulso al Gobierno a través de la Junta Electoral Central
Del bipartidismo a los bloques; por Máriam M. Bascuñán

Traigo a colación estas reflexiones por lo que tienen de utilidad en un momento de nuestra realidad política particularmente preocupante. Desde hace ya un tiempo, las formas y el fondo del debate público en España resultan difícilmente compatibles con una cultura democrática saludable. La descalificación personal que practican y sufren con naturalidad quienes asumen responsabilidades políticas difícilmente resulta imaginable en otro contexto. ¿Por qué toleramos en la gestión de la cosa pública aquello que resulta inaceptable para otros entornos profesionales? Las formas son algo esencial para preservar el sistema democrático, pues evita que este se degrade de manera irreversible. Lo propio cabe argumentar para rechazar aquellos planteamientos que articulan su estrategia contra el armazón político, económico y jurídico sobre el que se ha vertebrado la convivencia entre los españoles. Resulta difícil de explicar la frivolidad con la que, desde opciones políticas alejadas entre sí, se contribuye con la misma ambición a erosionar el conjunto de valores que sirven de argamasa a nuestro consenso constitucional.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

A la vista de todo lo expuesto y tomando en consideración las elecciones generales ya convocadas, así como las que tendrán lugar en el ámbito autonómico, municipal y europeo en mayo, es razonable activar todos aquellos mecanismos que nos permitan garantizar futuros esperanzadores. Proyectar de forma imaginaria las consecuencias de nuestro voto a partir de las claves que ofrece la lógica política actual podría permitirnos perfeccionar el futuro resultante y ahorrarnos algunos disgustos. Valdría la pena no desaprovechar la ocasión de explorar la capacidad que nos da nuestra condición humana. La capacidad para imaginar y perfeccionar futuros como instrumento al alcance de todos impedirá también cualquier pretensión de exención de responsabilidad por las consecuencias de nuestro voto. No olviden que la realidad finalmente resultante ha podido previamente ser imaginada y, en consecuencia, perfeccionada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Mariola Urrea Corres
Doctora en Derecho, PDD en Economía y Finanzas Sostenibles. Profesora de Derecho Internacional y de la Unión Europea en la Universidad de La Rioja, con experiencia en gestión universitaria. Ha recibido el Premio García Goyena y el Premio Landaburu por trabajos de investigación. Es analista en Hoy por hoy (Cadena SER) y columnista en EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_