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El festival de cine que no premia a mujeres

El Fespaco, uno de los certámenes con más solera de África, cumple medio siglo sin presencia femenina en lo más alto de su palmarés. Un grupo de cineastas africanas ha decidido decir basta

José Naranjo
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El Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (Fespaco), de Burkina Faso, el principal escaparate de la industria continental, se inaugura este fin de semana y cumple medio siglo. En sus 25 ediciones (se celebra cada dos años) el premio a la mejor película, el Semental de Oro de Yennenga, siempre ha recaído en un hombre. “¿Dónde están las directoras?”. Esta es la pregunta que se hace un grupo de cineastas africanas que ha decidido abrir el melón de su escasa presencia en los procesos de selección de los premios continentales y, por tanto, en los galardones finales en un debate organizado por Unesco que se celebra este sábado.

“No es un problema exclusivo de este festival o de este continente, ocurre en todas partes, pero es aquí donde nosotras debemos luchar”, asegura esa fuerza senegalesa de la naturaleza llamada Fatou Kande Senghor, pintora, modista, fotógrafa, escritora, realizadora, agitadora cultural, artista con letras grandes. Ella aceptó dar el paso y grabar un pequeño vídeo, lo tilda de coming out (presentación) en toda regla, en el que defiende la existencia de un cine con mirada de mujer, que considera aplastado y relegado de los grandes rótulos de festivales y circuitos, frente a “la manera de filmar” masculina.

La campaña, a la que ya se han sumado decenas de mujeres del mundo del arte y de la industria del cine como Aïsha Dème, Mansoura Fall o la fotógrafa Ina Makosi, llega acompañada del hashtag en inglés #weareyennenga. Este es el nombre de la indomable princesa guerrera que montaba un semental y a quien se considera madre del Imperio Mossi. Su imagen sobre el caballo y armada con lanza y arco es un símbolo nacional en Burkina Faso y el Fespaco lo utiliza en sus galardones, por lo que la ausencia de mujeres en lo más alto no deja de ser una cruel ironía para las africanas que brillan en este sector. “Nosotras somos las Yennenga”, aseguran.

“La industria del cine sigue siendo un universo masculino. Es cierto que las mujeres africanas ya han superado la barrera de inscribirse en las escuelas y formarse en Sonido, Iluminación o Realización. Pero hace falta mucha solidaridad para que una de ellas llegue al alto nivel, hay como un límite que cuesta mucho superar”, una especie de techo de cristal, explica Kande, quien insiste en que en estos 50 años de Fespaco ha habido “superpelículas” de mujeres, de Ghana, de Kenia, de Marruecos o Argelia, por citar algunos países, “pero nunca se han llevado el gran premio”.

Existe una manera de narrar femenina que los hombres juzgan poco directa o complicada. Pero cuando dicen eso en realidad quieren decir que ellos no la entienden Fatou Kande Senghor, pintora, modista, fotógrafa, escritora, realizadora

Para reforzar esta campaña, la oficina regional de Unesco en África occidental ha publicado una somera lista de cintas “que han marcado la historia del cine” o que se presentan este año y que han sido dirigidas por mujeres africanas o de la diáspora, entre las que se encuentran Une place dans l’avion (2016) de la senegalesa Khadidiatou Sow, Soeur Oyo (2014) de la congolesa Monique Mbeka, Mossane (1996) de la senegalesa Safi Faye, Frontières (2017) y Desrances (2019) de la burkinesa Appoline Traoré, Rue Cases-Négres (1983), A dry white season (1989) y Simeón (1992) de la martiniquesa Euzhan Palcy, Monamgambee (1968) y Sambizanga (1972) de la francesa afrodescendiente Sarah Maldoror, Un air de kora (2019) y Ma coepouse bien-aimée de la senegalesa Angèle Diabang, La nuit de la verité (2004) de la burkinesa Fanta Régina Nacro, Le cimetiére des éléphants (2019) de la burkinesa Eleonor Yameogo, o The wedding ring (2016) de la nigeriana Rahmatou Keïta.

Según la experta en comunicación y género Mansoura Fall, el único Semental obtenido en un Fespaco por una mujer fue de plata. Ocurrió en 2013 y la ganadora fue la argelina Djamila Sahraoui con su película Yema. En la presente edición la también argelina Yasmine Chouikh presenta la cinta Until the end of time, que estuvo entre las 87 preseleccionadas para los Óscar 2019 como mejor película extranjera. Quizás este año sea la vencida.

“Existe una manera de narrar femenina que los hombres juzgan poco directa o complicada. Pero cuando dicen eso en realidad quieren decir que ellos no la entienden. Por ejemplo, cuando un director filma una relación se centra o pone toda la luz en uno de los personajes sobre el otro, cuando lo hace una directora se concentra en lo que pasa entre ambos, en la relación en sí”, asegura Kande Senghor, quien aclara: “Nuestro objetivo es alertar sobre esta discriminación, alzar la voz, que entre nosotras exista esa sororidad para ayudarnos a llegar, crear redes. No podemos ponernos en el Fespaco de 2021 todavía hablando de este problema, sería vergonzoso. Hay una generación de directoras jóvenes que ya está ahí que es espectacular, es el momento, ¡inundemos el festival con películas de mujeres!”.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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