Una ciudad más humana para frenar la pérdida de población
Los arquitectos del estudio MMASA han desarrollado una estrategia urbanística para rehumanizar Ponteareas, un pueblo de Pontevedra de 23.000 habitantes que no deja de perder población
Los arquitectos Luciano G. Alfaya y Patricia Muñiz señalan que el principal problema urbanístico de Ponteareas, en Pontevedra, es el de tantas ciudades intermedias: la falta de planificación y el consecuente crecimiento desordenado.
Fue ese desorden lo que desembocó en la suspensión del planeamiento de la villa en el año 2002. Tras reconocer ese desastre, durante los siguientes 15 años, el Consistorio de la ciudad no consiguió aprobar un nuevo plan de ordenación urbanística.
Casi tres lustros después, en 2015, el Gobierno municipal se planteó un camino paralelo: elaborar una estrategia urbana a largo plazo. Así, el primer punto de la estrategia, desarrollada por el estudio MMASA, consistió en establecer objetivos comunes. Y con el horizonte puesto en el año 2030 comenzaron a trabajar ordenando todas las actuaciones urbanísticas entorno a esos objetivos.
El principal objetivo parece tan lógico como poco concreto: querían una ciudad más humana para frenar el éxodo de la población. ¿Cómo se humaniza un lugar?
Los arquitectos de MMASA consideran que mejorar la manera de habitar puede frenar la pérdida de población. La sostenibilidad —como esencia, no como etiqueta— debía regir la vida en Ponteareas. El diseño de una estrategia de recuperación de la villa apostando por una movilidad y una reparación sostenible consiguió, además, cinco millones de euros de los fondos FEDER para su implementación.
La movilidad, priorizando los recorridos peatonales, potenciando el uso de las bicicletas y ampliando los espacios públicos, fue el segundo punto desarrollado por los arquitectos.
Resuelto el consumo energético y la circulación de los habitantes, los arquitectos se concentraron en apuntalar el saneamiento de la arquitectura. El plan de reordenación elaboró también las bases para los ejercicios de acupuntura que salvarán las zonas más degradadas de la ciudad.
El resultado es, será, tan transformador como poco visible. Para cuando la ampliación de las aceras y la sombra de los árboles sean una realidad, los habitantes sentirán que siempre estuvieron allí, las calles y los árboles. La razón es que el urbanismo humano debe ser a la vez radical y paciente. Tiene que educar en la convivencia y hacerla posible. Debe ser paciente con los plazos y los presupuestos, y rotundo con lo que debe quedar atrás: para que conviva la gente, las calles, las aceras y las plazas deben estar pensadas para ellos.
Este proyecto ha sido seleccionado para la XIV Bienal Europea de Arquitectura y Urbanismo y, tras exponerse en Santander, puede ahora verse en la Sala de Exposiciones de Nuevos Ministerios de Madrid hasta el 17 de marzo.
Babelia
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