_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La quimera de británicos y catalanes

Las negociaciones con la UE han demostrado que reclamar la independencia nacional en un mundo global carece de sentido

Gabriela Cañas
El negociador jefe sobre el Brexit, Michel Barnier, durante su comparecencia este martes ante el Congreso de los Diputados.
El negociador jefe sobre el Brexit, Michel Barnier, durante su comparecencia este martes ante el Congreso de los Diputados.Ballesteros (EFE)
Más información
The pipe dream of Brits and Catalans

Las mentiras no suelen superar la prueba del tiempo. Menos aún si estas se basan en conceptos obsoletos capaces, eso sí, de inflamar los espíritus. En un mundo globalizado en el que la humanidad ha tejido una maraña de complejas relaciones, una mayoría de británicos se dejó seducir por una quimera: recuperar la soberanía nacional.

La realidad es, sin embargo, tozuda y las complicadas negociaciones con la Unión Europea no solo han evidenciado las falsedades; también la inviabilidad de una independencia propia del siglo XIX doscientos años después. Los jóvenes británicos demostraron con su mayoritario rechazo al Brexit que conocían mejor que sus mayores cuál es el presente y el futuro de un mundo en el que se desdibujan las fronteras, se juega en grandes bloques y la economía, la política y la cultura llevan tiempo adaptadas a un ecosistema global.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO
Más información
La factura de un Brexit a las bravas
'¿Quién es el tercero?' por Máriam M.Bascuñán

El populismo vive de arengar a las masas con vanas promesas. Recoge réditos a corto plazo en las urnas. Pero sus adalides se contradicen desde el primer día. Boris Johnson defiende la recuperación del “control democrático” retirando a su país de los órganos de decisión de la UE. Al tiempo, dice que no se le puede dar la espalda porque Reino Unido es parte de Europa. La semana pasada, en la reunión de seguridad de Múnich, el ministro de Defensa británico Gavin Williamson aseguraba, mientras su Gobierno negocia el Brexit, que hay que permanecer unidos.

El secesionismo catalán abraza la independencia de España y aseguraba en un principio querer que Cataluña se representara por sí sola ante las instituciones europeas. Busca la plena soberanía y autodeterminación, pero recurre a la tutela de Bruselas y a la de los órganos jurisdiccionales europeos al tiempo que rechaza al mejor socio comercial de su patria: el resto de España. A los independentistas, como a los brexiters, las negociaciones reales no les convienen porque ponen al descubierto el sinsentido de caminar contra la historia abrazando el espejismo de la independencia en un mundo en el que ya nadie es señor de su tierra, en el que se comparte la soberanía a través de instituciones supranacionales de todo tipo.

Las dificultades de romper lazos con la UE, a la que Londres se unió hace solo 46 años, no son comparables a las que se han enfrentado y enfrentan territorios entrelazados durante siglos a una nación, como la provincia canadiense de Quebec y, por supuesto, Cataluña. De lograr la independencia, esta devendrá en la práctica en un formalismo desconectado de la realidad.

La buena noticia es que algunos partidos populistas y euroescépticos, como la extrema derecha de Suecia, Francia y Alemania, además de la izquierda gala, han empezado a aparcar sus soflamas de abandonar la UE.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_