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Columna
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A Madrid, sin complejos

Ir un día a la capital siempre ha sido así, desde ese pueblo de La Sagra, en Toledo

Jorge M. Reverte
Concentración en la Plaza de Colón, por la unidad de España.
Concentración en la Plaza de Colón, por la unidad de España.Santi Burgos

Ir un día a la capital siempre ha sido así, desde ese pueblo de La Sagra, en Toledo. Por la mañana temprano, un café con leche ardiendo, como de estación de tren, acompañado de una rebanada de pan suavemente mojado en aceite virgen. Después, al autocar. Y todos, sin ningún complejo, a cantar: “Para ser conductor de primera, acelera… Se va a enterar Sánchez”.

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Es mejor empezar suave, para que ningún viajero se sienta presionado ni ofendido. Sobre todo, ese negro que nadie sabe qué pinta aquí. En el pueblo vende ajos. De los demás, se puede responder uno por uno. Pero el negro, ¿qué pinta el negro? No parecen saberlo ni los de la organización, ni los de fuera, claro. Y no es que moleste, no, pero complica el repertorio, si es que no hay que ofender. Hay que escrutar mentalmente las letras para que luego no pueda haber acusaciones de racismo. El negro lleva además, como todos los que han subido al autobús, una banderita de España y un bocadillo de queso y tomate bien envuelto en papel biodegradable, porque los que vamos hoy a Madrid somos todos ecologistas.

El negro ha sido adoptado por Gregorio, el más bruto de toda la excursión, que se arrima a él y le toma por los hombros. Se debe de sentir muy seguro del negro porque es él quien inicia la siguiente canción: “Allá por la tierra mora…”. Cuando llega lo de “banderita, tú eres roja”, ya todo el mundo se sabe lo que sigue. “Sánchez se va a enterar”.

Como lo de la banderita cuela, ya se puede seguir por el “novio de la muerte”. Gregorio hizo la mili en la Legión y lleva la dirección de la cosa.

Pero ahora es de Ciudadanos, y también es el que raciona el repertorio. Cuando se acaba lo del novio, le da un giro brusco a la temática, y todos los presentes se zambullen en el “ahora que vamos despacio / vamos a contar mentiras”. Y ahí se puede improvisar y meter de todo: “En esta España de Sánchez / las pensiones por las nubes, tralalá…”. Qué risa.

Un poco más de Legión y a bajarse del autobús. Hay que acordarse de dónde para la vuelta.

El primero en irse ha sido el negro. Pero aparece unos metros más allá, camino de Colón. Vende banderas, todas con el escudo constitucional. Habrá que acostumbrarse.

Se va a enterar Sánchez.

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