Pese a llevar años negando la mayor, los ingredientes de la receta resultan inequívocos. Una dictadura precisa el sometimiento a la política del terror y la consiguiente anulación de la libertad individual; la toma por parte del Estado de los medios de comunicación y el transporte, así como el buche lleno de las fuerzas de Seguridad para asegurarse su fidelidad a la causa.
Una vez alzada al poder, ha de mantenerse con restricción como vía al pensamiento único. De no conseguirse, aunque solo sea por respeto al pueblo y a los principios humanitarios, deberá ponerse punto final sin caer en la prolongación del infundado egoísmo. Petróleo como nadie en el mundo, agricultura y ganadería, turismo en sus bellas costas. Cruel castigo para una privilegiada nación hermana.
Óscar Camiño, A Coruña.
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