Dinero y ecología
Digitalizar el dinero es una urgencia ecológica como lo es la lucha contra el cambio climático
Esta mañana al ir a pagar los dos euros veinte de una barra de pan y unos picos con un billete de 10, la empleada me ha pedido un billete más pequeño, le he preguntado si podía pagar con tarjeta y me ha dicho que no tenía terminal. Al mismo tiempo leo que ha comenzado la retirada de los billetes de 500 euros en España, uno de los países con mayor número de ellos en circulación.También he recordado que desde 2013 la UE estudia la supresión de las monedas de 1 y 2 céntimos de euro porque cuesta más fabricarlas que el valor que tienen.
El Gobierno español se plantea ahora bajar el límite de los pagos en efectivo: de los 2.500 euros actuales a 1.000 euros. Sí, el dinero en efectivo se ha convertido en un problema, también, para el que lo tiene en abundancia.
La gestión del papel moneda es mucho más cara que la del dinero electrónico, pero los bancos centrales y los gobiernos se resisten a imponerlo. La tan pregonada transformación digital parece que evita la supresión del efectivo. A la ciudadanía, entre tanto, le toca sufrir las consecuencias de tanta incoherencia. Los bancos cierran sucursales y dejan sin cajeros automáticos a los pueblos más alejados.
Suecia, Dinamarca y Noruega han conseguido ya que el uso del dinero en efectivo sea residual, pero en el sur de Europa las élites dirigentes no quieren enterarse de lo bien que lo hacen los nórdicos. Digitalizar el dinero es una urgencia ecológica como lo es la lucha contra el cambio climático.
Acabar con el papel moneda significa terminar con la economía sumergida, reducir casi a cero el fraude fiscal y aflorar el dinero anónimo que está fuera de control y que sirve para alimentar los tráficos ilícitos. En definitiva, conseguir la trazabilidad del principal bien que consumimos.
Esta tribuna es una colaboración de un lector en el marco de la campaña ¿Y tú qué piensas?. EL PAÍS anima a sus lectores a participar en el debate. Algunas tribunas serán seleccionadas por el Defensor del Lector para su publicación.
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