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Revolera sexual

De por qué te crees que lo sabes todo de sexo

Enseñar un único modelo de sexualidad tiene sus consecuencias. Y ninguna es buena.

Sara Baras, de revolera
Sara Baras, de revoleraJulián Jaén

Llevamos desde el pasado siglo dilucidando cuánto hay de aprendizaje y cuánto de biológico en nuestros comportamientos. Qué hace que seamos y actuemos de una manera, lo que nos enseñaron o quiénes somos. Creemos que sabemos todo de sexo porque nos han enseñado un determinado comportamiento que pasa por una orientación sexual (heterosexualidad), una actitud sexual (en la mujer, sumisión), un enamoramiento cimentado en valores determinados (mito del amor romántico) y la obligación de tener relaciones monógamas. Siglos perpetuando el modelo. Menos mal que, a veces, nos da una revolera. Así llamaba mi tía Paqui a las reacciones que le brotaban a mi abuela, enferma de alzhéimer, cuando, desde la cama, iniciaba un diálogo ininteligible consigo misma a voz en grito. La oía argumentándose a sí misma desde la cocina y decía "¡Ya le ha dado la revolera!". La definición gráfica que se me ocurre es eso que hace Sara Baras sobre el escenario que le brota del corazón, la cabeza y los genitales. Estas revoleras son responsables de los cambios más significativos de nuestras vidas. Habrá quien las disimule, otras las escenificaremos cual italianas de los años cincuenta. Tranquilos, no pretendo juzgar melodramas ajenos.

Ignacio Elpidio Domínguez, investigador y miembro del Instituto Madrileño de Antropología, admite que aunque nos influyen el comportamiento y las creencias de los demás, ya que posibilitan, facilitan o dificultan que seamos capaces de comportarnos de una determinada manera, nuestro comportamiento no surge automáticamente. El aprendizaje es un factor crucial, pero no provoca una respuesta mecánica, totalmente determinada. "Si fuese así, no habría surgido ni una sola persona diversa durante el franquismo", sentencia. "Nos afecta mucho el entorno, porque nos enseña a pensar en lo que es posible o está permitido: es como una ventana en la que vemos e imaginamos lo que existe. Pero podemos reflexionar, imaginar e ir más allá". Y entonces en familias homófobas surgen vástagos contrarios a la homofobia. Nos nutrimos de todo cuanto nos rodea. Podemos ser y somos tolerantes y respetuosos a pesar incluso de nuestra propia familia o manteniéndonos al margen de ella.

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Controlar la sexualidad es la mejor manera de controlar a la humanidad. Si tiráramos del hilo nos daríamos cuenta que el ovillo se forma por obra y gracia de todos los implicados. Los parámetros de esa sexualidad predeterminada que debemos cumplir todos hacen indispensable que broten las revoleras. Hablemos del placer, que es un tema que escuece mucho. No hay una sola materia educativa en nuestros colegios que muestre el clítoris. Pero a ver cómo explican los que ven a la virgen que el clítoris es un órgano pensado y diseñado única y exclusivamente para dar placer. ¡Y encima a la mujer! Este tema resulta espeluznante. ¿Una exageración? Déjenme que les recuerde a aquella Margarita a la que entrevistaron en directo en la COPE. Qué sinvivir no poder descubrir su opinión sobre las lesbianas, la verdad. Acudió con sus ocho hijos a la manifestación en contra del matrimonio homosexual; como toda la plana mayor del Partido Popular.  Quizás acuda el domingo a la Plaza de Colón. La citan los mismos, son los que dan la cara por ella, pero, ¿la acompañarán sus hijos? ¿Y sus nietos? Aquí, discúlpenme, hay temazo. ¡Quién sabe cómo habrán evolucionado los suyos! Como afirma Ignacio Elpidio Domínguez "por suerte la educación no crea autómatas. Se puede luchar contra contextos familiares represivos, entonces, presionando en otros factores hacia otras direcciones: en medios de comunicación, en planes académicos, en redes sociales, etcétera".

Vayamos a ello.

La personalidad de cada uno tiene mucho que ver con nuestras ventoleras. Como dice Víctor Küppers, la predisposición de cada uno a ser feliz se traduce en su comportamiento diario. Si tienen una hora libre, siéntense y disfruten de esta conferencia.

Nuestro comportamiento se basa nuestra actitud ante la vida.

La actitud influye en nuestro comportamiento, del mismo modo que influyen la experiencia, el valor y lo que hayamos aprendido, el conocimiento. Se nos permite una determinada sexualidad, controlando o cercenando el resto, pero no se pueden eliminar. A quien sea puede molestarle que mi sexualidad no sea monógama o que no sea heterosexual. Pero nunca podrán impedir que así ocurra en mi cerebro, corazón y genitales y me comporte como tal.

Aténganse a las revoleras.

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