Vox, entre los principios y la aritmética

Borja Sémper, aspirante a la alcaldía de San Sebastián, acaba de abrir una trinchera, a la que probablemente se sumarán otros rostros en las próximas semanas, en los próximos meses, hasta el 26-M: candidatos del PP marcando distancias con Vox, e incluso líneas rojas.

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En el nuevo tablero político van a retratarse las dos almas del PP, un partido cuya verticalidad le ha permitido mantener siempre, a diferencia del PSOE, un discurso muy unitario. Y se trata no de reeditar el choque de los sorayistas, sino de la necesidad de fijar espacios en un escenario multipartidista con nuevos matices lejos del confort binario del bipartidismo. Hay un PP en la frontera con Ciudadanos, incluso equiparable a Ciudadanos, y otro PP en la frontera con Vox, incluso equiparable con Vox. De ahí que sea presumible ver a candidatos subrayar sus diferencias mientras otros, como Isabel Díaz Ayuso, subrayan las afinidades. En el partido de amplio espectro que aglutinaba a liberales conservadores y ultranacionalistas, la tensión va a dejar ver las costuras.

Mientras Vox crece sobre el estigma de una derecha acomplejadita –que coincide con ese desdeñoso apelativo de maricomplejines que acompañaba al marianismo– Sémper es precisamente autor de Sin complejos, alegato escrito para defender la dignidad de la política. Y ya se ve que no va a refugiarse en la ambigüedad. Alguien que ha vivido amenazado por las pistolas no parece que vaya a dejarse amedrentar por las ideas. De ahí que establezca que el "populismo reaccionario" es una amenaza, interpretando que él quedaría fuera de la política si el PP se deja arrastrar ahí. Y no solo porque "en el barro siempre gana el populista", sino con un mensaje progresista: "La búsqueda del entendimiento es lo que nos hace progresar".

Mientras numerosos ideólogos de la derecha tratan de blanquear a Vox, la voz de Sémper hace oír un mensaje coherente y necesario. No se trata de etiquetas, aunque Vox, a pesar de las dudas razonables de Sémper, ocupa la extrema derecha de modo natural en una derecha tripartita; sino de discurso. José María Lasalle –¿la reacción a Vox en el PP procederá del norte?– ha ubicado certeramente el partido de Abascal entre otros movimientos surgidos en los últimos años en Europa, como el Frente Nacional, el Partido de la Libertad, Amanecer Dorado, Alternativa para Alemania, la Liga Norte y tantos otros, que van más allá del populismo defendiendo una democracia arcaica y antiliberal. Lasalle habla de fascismo posmoderno que él identifica, con Mosse, como "brutalidad política" al negar a los demás legitimidad.

Claro que los candidatos moderados del PP van a tener que experimentar, como Ciudadanos, el conflicto entre los principios y la aritmética. Y ese es un conflicto que ellos mismos han envenenado a medida que estigmatizaban los acuerdos parlamentarios de la actual minoría socialista en el poder. Es previsible que, como vaticinan las primeras encuestas para Madrid, el bloque de la derecha pueda sumar mayorías como ya ha sucedido en el Parlamento andaluz. Por supuesto esa suma incluye a Vox, y un moderado como Moreno Bonilla ya ha pasado por caja. De hecho, ya han aflorado algunos ramalazos voxísticos en su discurso sobre la ideologización del género. ¿Qué sucederá con los líderes moderados del PP ante esa tesitura? A partir de ahora, además de proclamar su higiene ideológica, van a tener que ofrecer soluciones políticas concretas a esa pregunta.