Aventuras y desventuras de un viaje polar de 1.800 kilómetros
La expedición española que viaja en el Trineo de Viento llega al Domo Fuji
Cuarenta días de travesía, más de 40º C bajo cero, unos 1.800 kilómetros recorridos, decenas de muestras a buen recaudo, cuatro perforaciones de más de cuatro metros en el hielo, centenares de datos para diferentes proyectos y una cometa rota. Todo ello es lo que ha costado a los cuatro expedicionarios polares del Trineo de Viento llegar hasta el Domo Fuji, a 3.780 metros de altitud, donde está la segunda parte más alta de toda la meseta antártica. La expedición Antártida Inexplorada 208-2019 del Trineo de Viento, cuyos cuatro tripulantes se enfrentan estos días a la llegada del otoño polar, han logrado el hito que se habían propuesto: alcanzar ese Domo Fuji siguiendo una ruta en la que se sabía que el viento no era favorable y hacerlo solo con cometas y arrastrando más de dos toneladas de peso.
Con un frío que no da concesiones, hace unos días la rotura de su principal cometa cuando se encontraban en una zona de escasas corrientes de aire —y en direcciones poco favorables a su destino—, fue el peor momento de toda la expedición polar española desde que partió de la base rusa de Novolazárevskaya, a comienzos de diciembre. “Esa cometa de 150 metros cuadrados era fundamental, pero había nevado, se acumulaba mucha nieve en el Trineo en marcha y no soportó la presión. Afortunadamente, logramos salir de esa zona, que llamábamos mar tranquilidad por su exasperante calma, y ahora ya no hubiera sido necesaria porque hay mucho viento y necesitamos velas más pequeñas”, explica Ramón Larramendi, jefe de la expedición, a través de un teléfono vía satélite. Larramendi está acompañado en la aventura Ignacio Oficialdegui, Hilo Moreno y Manuel Olivera.
Os envío un mensaje desde #AntártidaInexplorada2018 ! Podéis oír el #TrineoDeViento a 20 kms/h! Y más en el diario 👉🏼👉🏼👉🏼👉🏼 https://t.co/GGiJ67nqMq @EFEverde @sgeograficaes @GD_RNE @aquilatierratve @cruscalleda @rtveteleplaneta pic.twitter.com/ojkYjw589t
— Ramón Larramendi (@RamonLarramendi) January 21, 2019
Otro grave obstáculo en los últimos días de travesía, fue la rotura de cuatro de los seis hornillos que llevan en el Trineo de Viento para poder cocinar y disponer de agua para beber, además de para diversos trabajos científicos. Tras unas jornadas de incertidumbre sobre la causa, averiguaron que se debía a un problema de contaminación en uno de los recipientes de los pocos litros de combustible que llevan a bordo.
La expedición Antártida Inexplorada 2018-2019, la primera campaña científica que se realiza en el mundo con un vehículo cero emisiones, finalmente, el domingo pasado llegó hasta el Domo Fuji, alcanzando unos 3.780 metros de altitud, ya muy cerca de su altitud máxima de 3.810. Cerca se encuentra una base científica japonesa que lleva el mismo nombre, si bien finalmente no se acercaron porque está ya cerrada (los científicos se fueron hace días) y querían aprovechar la fuerte racha de viento favorable que tenían en ese momento. Al final, en una jornada interminable de 16 horas sin parar, en dos turnos, hicieron un total de 248 kilómetros. “No ha sido fácil porque íbamos a velocidades que han llegado a los 25 kilómetros por hora y con sastrugis que nos hacían dar grandes botes, pero al final hemos conseguido llegar donde queríamos y demostrar que se puede hacer un viaje de ida y vuelta con el viento”, destacaba el explorador polar.
Durante el tiempo que permanece parado el vehículo, los cuatro componentes de esta aventura científica y de exploración, realizan trabajos científicos de diversa índole para diversas instituciones científicas nacionales e internacionales y también se ocupan del diario que cada día realizan sobre la aventura. Uno de los proyectos que más trabajo les supone —algunos son dispositivos que recogen datos en automático, aunque deben colocarlos y recogerlos cada jornada— es el proyecto Ice Coring de la Universidad de Maine, dirigido por Paul Mayewski, para el que tienen que hacer perforaciones de hasta cuatro metros en el hielo y procesar las muestras. Es un proyecto que estudia cómo fue el clima en el pasado en la Antártida, analizando el aire que quedó encapsulado en el interior del hielo.
En uno de los puntos más altos del Domo Fuji también han recogido muestras de aire para el proyecto Sentinel que dirige Jordi Dasch del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) y que estudia la presencia de contaminantes orgánicos persistentes, como pesticidas, en aire polar. “Nada a estas temperaturas es fácil. Lo que en otro lugar lleva minutos, aquí se complica porque, además, va entrando el otoño y se nota en el frío”, añade Larramendi.
Una vez abandonado el Domo, los expedicionarios a lomos de su Trineo de Viento inician el trayecto de regreso a la base rusa, de la que aún les separan más de 700 kilómetros, pero ya confían en que sea siempre a favor de la corriente.
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