La sobriedad contrasta con los trazos lumínicos y cromáticos en esta vivienda versátil y funcional donde las estancias se comunican entre sí. Un coqueto refugio urbano gobernado por los espacios abiertos que cobra vida en un edificio centenario del madrileño barrio de Justicia.
Los propietarios de esta vivienda querían aportar un toque de color a una caja neutra. La obra es de Carlos Amorales; el jarrón, de Decolab, y la banqueta, de Mondo Galería.Toda la iluminación de la casa es regulable. En el pasillo, un juego de luces genera el divertido efecto de que hay rodapiés y molduras luminosas en el suelo y el techo, respectivamente.Sofá Senso, de Joquer; cojines de Mestizo Store; mesas de centro Eclipse, de Stua, y butaca Catch Lounge, de Jaime Hayón para &Tradition. La obra dela pared es de Miguel Ángel Rodríguez Silva.La cocina comparte espacio con el comedor y la zona de estar. Se trata de una estancia blanca con un destello de color luminoso. En el centro, una isla muy versátil hace las veces de office. Los vasos, la bandeja y los cuencos de madera que hay sobre la encimera son de la tienda de diseño Mestizo Store, en el madrileño barrio de Chueca.El dormitorio principal es el más amplio. Asdrúbal diseñó en madera de roble el cabecero integrado con las mesillas y la bancada contigua, donde se apoyan varias obras gráficas (algunas del interiorista). Los cojines son de Studio Bmk. El plaid, la butaca de terciopelo y la pieza de cerámica de la mesilla son de Guille García-Hoz, esta última en colaboración con Brianda Fitz-James Stuart.Alrededor de otro de los pilares de hierro amarillo se organiza la zona de trabajo. El escritorio es un diseño de Asdrúbal, al igual que la obra gráfica que cuelga de la pared.