Coparentalidad: ser padres sin ser pareja
Acuden a esta fórmula mujeres y hombres con diversas motivaciones y orientaciones sexuales: personas sin pareja que no quieren renunciar a la crianza y a una educación compartida
Detrás del deseo de tener un hijo siempre hay una historia. También detrás del camino que se emprende para conseguirlo. Lo contó la escritora Silvia Nanclares en Quién quiere ser madre, una honesta novela autobiográfica en la que aborda la cuestión – nada insustancial – del deseo de ser madre: ¿por qué ser madre? ¿Cuándo? ¿Con quién? ¿Qué pasa cuando la biología no está de nuestra parte? ¿Y la pareja? ¿Qué ocurre si la pareja idónea tarda en aparecer –o no aparece nunca–? La de Nanclares es una historia tan cotidiana que es imposible no reconocerse en ella aunque nuestras cuitas sean otras.
La precariedad laboral, la formación que se alarga o la ausencia de una pareja con la que compartir un mismo proyecto vital postergan la llegada de los hijos. Otras veces es la propia anatomía la que levanta muros difíciles de escalar. Se abren entonces otros caminos, como el de la coparentalidad: ser padres sin tener una relación sentimental. Acuden a esta fórmula mujeres y hombres con diversas motivaciones y orientaciones sexuales: desde parejas del mismo sexo que quieren mantener el vínculo con la otra parte, a personas sin pareja que desean llegar a la maternidad o paternidad sin renunciar a la crianza y a una educación compartida.
Plataformas para formar una familia
“Creo que a medida que las personas se vuelven más seguras de sí mismas esperan más tiempo para casarse y tener hijos. Entonces llega un momento en que se debe tomar una decisión y las circunstancias que rodean el momento pueden ser diversas. Por eso, muchas personas formarán relaciones basadas en tener hijos juntos, pero es posible que no estén necesariamente casados ni tengan una relación romántica. Creo que la coparentalidad como tendencia va en aumento”, explica a El País Ivan Fatovic, fundador de Modamily, una plataforma fundada en 2012 para poner en contacto a personas que buscan tener un hijo y compartir la experiencia y las responsabilidades.
Cuenta Ivan Fatovic que antes de fundar la plataforma trabajó durante años en la industria de servicios financieros y pudo conocer a muchas personas esperando para establecerse, formar una familia y tener hijos. Aquello le inspiró para emprender el proyecto. “Me di cuenta de que muchas mujeres al acercarse a los 40 años comienzan a sentir las presiones del reloj biológico para tener hijos, por lo que empiezan a valorar todas las opciones”, explica. Modamily cuenta con una comunidad de 25.000 miembros, de los cuales la mayoría –el 67%– son mujeres con una edad media de entre 30 y 45 años. La de los hombres asciende a la franja de entre 35 y 50 años.
En el caso de la plataforma estadounidense alrededor del 70% de sus integrantes residen en Estados Unidos, país al que siguen en número de afiliados Canadá, Reino Unido, Brasil y Alemania. En España, sin embargo, este tipo de comunidades son una rara avis. Al menos todavía. Hace un año y medio Luis Arroyo fundaba Family4everyone, la versión española de la plataforma que en la misma línea busca ofrecer un espacio de encuentro para personas que desean ser padres.
Arroyo encontró su principal motivación e inspiración en personas dentro de su entorno que habían llegado a una edad en la que deseaban tener hijos, pero no encontraban una persona que les inspirara confianza para hacerlo. Añade que sobre todo lo veía en mujeres, pero también en el colectivo LGTB, en especial en los chicos. “Ellos lo tienen más difícil para convertirse en padres ya que sus opciones pueden ser muy complejas y costosas”.
A diferencia de otras plataformas, decidió incluir un test con preguntas relacionadas con la crianza de los hijos con el objetivo de ofrecer a los usuarios un valor de afinidad entre ellos para facilitarles su búsqueda. “Para mí el principal móvil del proyecto es facilitar la copaternidad, ya sea formando una familia “tradicional” o entre personas que deciden iniciar un proyecto de familia sin que medie entre ellos una relación de tipo sentimental”.
El proyecto, que arrancó hace un año y medio, cuenta con 200 usuarios registrados. Reconoce su fundador que, al contrario de lo que esperaba, el sitio ha tenido mejor acogida en otros países de habla hispana que en España. “Entiendo que el desconocimiento por parte de los interesados de sitios que ofrecen este tipo de servicios propicie que muchos posibles usuarios terminen en páginas más ideadas para otros fines como son las plataformas de eDarling y Meetic”, asegura. Es por esta razón que intenta transmitir la definición del concepto de copaternidad mediante testimonios en el blog con el que cuenta Family4everyone y de un vídeo en el que se explica la idea de este nuevo modelo de familia en el que lo que impera es “el deseo de ser padres y dar amor a un hijo”. Añade Luis Arroyo que también transmiten las conveniencias prácticas de criar un hijo en copaternidad frente a la crianza en solitario como podrían ser compartir su manutención y la compaginación de los tiempos “en medio de una sociedad donde lo que más abundan son trabajos precarios e inestables”.
La normalización de los cambios familiares
Para María Elisa Chuliá, doctora en Ciencias Políticas y Sociología, este tipo de acuerdos están más “normalizados” en otros países de nuestro entorno desde hace algún tiempo y cree que es muy probable que aumente su número, “ya que posibilitan la realización de deseos vitales/existenciales muy potentes, como son la maternidad/paternidad”. Apunta Chuliá que la "normalización social" va de la mano de su "despenalización moral", y considera que en temas de moral privada la sociedad española es muy tolerante. “Que los arreglos de este tipo puedan considerarse "familias", dependerá, en mi opinión, de la voluntad de las partes de crear un vínculo estable entre ellos o no; un vínculo que necesariamente implicará afectos, aunque no se forme una "pareja sentimental". No hace falta convivir para formar un núcleo familiar, pero sí quererse reconocer como tal y dedicar recursos (de tiempo y de otro tipo) al cultivo de las relaciones entre quienes lo forman. Sí creo que llegará a hacerse más común”, explica.
El concepto de familia en España ha evolucionado lenta pero notablemente en las últimas tres décadas, y aunque queda mucho por recorrer, la mayor parte del camino lo ha hecho cubierto por un paraguas de tolerancia. Hoy junto al modelo “tradicional” formado por un hombre y una mujer que deciden casarse y tener uno o varios hijos, encontramos familias monoparentales, familias reconstituidas y familias formadas por parejas heterosexuales o por parejas homosexuales que pueden estar o no casadas, y que pueden tener –o no– hijos, ya sean biológicos o adoptados.
En España, asegura Chuliá, algunos cambios familiares han tardado más en producirse, pero cuando lo han hecho, se han extendido con fuerza. “En la actualidad casi la mitad de los niños que vienen al mundo en España nacen fuera del matrimonio (es decir, de madre no casada) y la proporción sigue aumentando año tras año. ¿Habría imaginado alguien esto hace 20 o 30 años?”.
Según la socióloga lo que habría que plantearse es si este modelo necesita regulación. “Solo me parecería razonable obligar a los progenitores a contraer un vínculo institucionalizado para proteger a los hijos. Pero la descendencia de estas “parejas desparejas” está legalmente protegida, como lo está la de parejas no casadas. Además de que la existencia de medios para determinar la paternidad de los hijos también supone una protección de sus derechos”, concluye.
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