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Columna
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Cómo destruir la Generalitat

El verdadero 155 se llama Quim Torra

Xavier Vidal-Folch
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, el pasado jueves en Falset (Tarragona).
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, el pasado jueves en Falset (Tarragona).GENERALITAT DE CATALUNYA (Europa Press)

Hay diversos métodos para destruir la Generalitat. Y en todos ellos se empeñan con denuedo los sucesivos Gobiernos secesionistas.

El más brillante es el de emprender operaciones fallidas. Como, por torpeza jurídica, convertir la principal privatización de una empresa pública (Aigües Ter-Llobregat, en la era de Artur Mas), por 995,5 millones, en un fiasco: fue anulada judicialmente. Y ahora el Govern está por echar de Cataluña a la concesionaria (y pagana), Acciona. Un enredo judicial que acabará machacando a los contribuyentes.

El más cutre es el regalo de poltronas/ganapán a exdirigentes incapacitados, poco competentes o corruptos, que se autoanularon o fueron despedidos, 155 mediante.

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Ahí está la embajadora de la Generalitat en Bruselas. La exconsejera de Agricultura Meritxell Serret fue elevada por activista de la Assemblea Nacional Catalana. Se fugó tras proclamar la efímera República. Y hoy nadie en las instituciones europeas logra dar cuenta de que haya realizado ninguna gestión. O su excolega en Cultura, el bailarín Lluís Puig, experto en lo único rancio y pesebrero de la cultura catalana, los trabucaires y los balls de bastons. Como consejero no abrió una sola carpeta. Y sigue, como secretario general exiliado, su firme línea.

O la recientemente recuperada (por 86.000 euretes) para un alto cargo de Presidència, Mònica Osàcar. Osàcar, que empezó junto a Jordi Pujol (Daniel fue el tesorero convergente condenado por el caso del saqueo del Palau), logró como responsable de la publicidad institucional recuperar la opacidad y los manejos en la compra de conciencias y subvenciones encubiertas.

El método destructivo de la Generalitat de impacto más permanente es la castración química de sus instituciones, por rencillas del bloque de poder. No solo del Parlament (paralizado) y el Govern (ausente). Más de 30 organismos reguladores tienen dirigentes con mandato vencido (pero no sueldo, sí previsto). Todos los consejeros de la corporación de TV-3; todos los de la comisión de consultas populares; todos los del consejo audiovisual; todos los del consejo asesor de protección de datos.

Y una mayoría del Consell de Garanties Estatutàries (4 de 5); de la Sindicatura de Comptes que fiscaliza las cuentas públicas (4 de 7); del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (5 de 7); y del ente que garantiza el acceso a la información pública (3 de 5)... El verdadero 155 se llama Quim Torra.

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