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La trágica vida del señor Banks, el padre estricto de ‘Mary Poppins’

El actor inglés David Tomlinson fue una estrella gracias a Disney y sus coloristas películas de carne y hueso. Su vida, sin embargo, no fue tan divertida

David Tomlinson y Julie Andrews durante una escena de 'Mary Poppins'.
David Tomlinson y Julie Andrews durante una escena de 'Mary Poppins'.

¿Quién podía resistirse a la magia de Mary Poppins, la niñera mitad bruja y mitad anarquista? Pues solo él, el señor George W. Banks, el padre de los niños a los que Poppins debe cuidar. Con su bigote, sus trajes, su obsesión por la puntualidad y su rigidez de aguafiestas nato, David Tomlinson (Reino Unido, 1917-2000) encarnó al perfecto estereotipo del estirado inglés. Su vida, sin embargo, estaba muy lejos de esa “seriedad, austeridad y pulcritud” que pregonaba el señor Banks. La fantasía en tecnicolor de Mary Poppins le quedó muy lejos en una vida marcada por la pérdida, la enfermedad y, en resumen, la desgracia personal frente a la fortuna en el trabajo.

Dos meses despúes de la boda, presa de la depresión, Mary se lanzó desde lo alto de un hotel de Nueva York junto a sus dos hijos. Murieron los tres en el acto

Tomlinson creció en el campo con un padre que entonces llamaban estricto y al que hoy ese adjetivo se le quedaría corto. En alguna ocasión, a modo de reprimenda, llegó a quemar con una plancha a su hijo, de quien se mofaba constantemente por querer ser actor, dado que el muchacho era tartamudo. Lo que no imaginaba esa bestia parda es que su retoño se haría famoso gracias a una película en la que debía pronunciar "supercalifragilisticoespialidoso".

Cuando David se reafirmó en su vocación, acabó por echarlo de casa. Tomlinson se buscó la vida como comercial y como mozo de carga. El padre, con todo, guardaba un secreto que el joven David descubrió durante el servicio militar: tenía una doble vida. Los fines de semana los pasaba con él, su madre y sus hermanos. Pero entre semana vivía con otra mujer y sus siete hijos. Si la noticia era impactante, más lo fue la manera de enterarse: mientras iba en el autobús, su tío lo vio en la cama con una mujer que no era la madre de David en una habitación en la que habían olvidado echar las cortinas.

David Tomlinson lleva a su hijo William de paseo por Buckinghamshire (Inglaterra) en 1962.
David Tomlinson lleva a su hijo William de paseo por Buckinghamshire (Inglaterra) en 1962.Getty Images

Desesperado, Tomlinson intentó construir una familia más convencional. Durante su entrenamiento como piloto de la RAF en Canadá, se enamoró de una viuda con dos hijos, Mary Hiddingh. Se casaron. Pero la guerra hacía difícil que Mary y los niños pudieran reunirse con David en Inglaterra. Dos meses después de la boda, presa de la depresión, Mary se lanzó desde lo alto de un hotel de Nueva York junto a sus dos hijos. Murieron los tres en el acto.

Con Audrey Freeman tuvo cuatro hijos. El tercero de ellos, William, nacido en 1960, fue uno de los primeros niños diagnosticados con autismo en Reino Unido y, por lo tanto, su tratamiento era todo un misterio

Para Tomlinson fue un trauma del que jamás quiso hablar con su nueva familia, la que formó con Audrey Freeman. Tuvieron cuatro hijos. El tercero de ellos, William, nacido en 1960, fue uno de los primeros niños diagnosticados con autismo en Reino Unido y, por lo tanto, su tratamiento era todo un misterio. Parecía que la desgracia iba a ser su eterna compañera.

Hasta que Walt Disney le vio en una obra de teatro en Londres y decidió que él sería su Mr. Banks en Mary Poppins, la película que estrenaría en 1964. A Tomlinson, abonado como estaba a la mala suerte, el primer pase le pareció un drama. En una entrevista con la BBC reconocía que creyó que era “la peor película que jamás había visto” y vaticinó que sería un fracaso.

Angela Lansbury y David Tomlinson en 'La bruja novata' (1971).
Angela Lansbury y David Tomlinson en 'La bruja novata' (1971).Cordon Press

Se equivocó. Mary Poppins triunfó, pero también lo hizo él encarnando a un personaje que los medios calificaron como “idiota profesional” o “bobo de clase alta”. En su vida personal, Tomlinson estaba en las antípodas de Mr. Banks. Tenía fama de mediar en los choques de egos de las estrellitas con las que trabajaba. Era un tipo amable que afirmaba: “No entiendo por qué en Inglaterra nadie te da los buenos días cuando te cruzas con la gente por la calle”.

Tomlinson –que hizo cuantiosas donaciones a escuelas para niños autistas– se retiró para cuidar de su hijo con la misma discreción con la que siempre llevó su vida privada

Cuentan que Walt Disney y su mujer lo adoraban. De Disney dijo Tomlinson en 1992 que “fue el único hombre que me ha dado trabajo tres veces. ¡Cómo no iba a quererme!”. La compañía volvió a contratar su bigotillo y su chaleco para Ahí va ese bólido (1968), interpretando a un vendedor de coches de alta gama que despreciaba al escarabajo Herbie. La fórmula de mezclar imagen real y animación causó furor y Disney quería repetirla y quería repetir con Tomlinson. La siguiente ocasión fue en La bruja novata (1971). Y aquí el trabalenguas era: “treguna mecoides trecorum satis dee”, conjuro para hacer que los zapatos bailaran solos. Tomlinson conseguía convertirse en conejo para huir de los nazis, se paseaba por el Mercado de Portobello (y por el fondo del mar) subido en una cama voladora y, por lo menos, se quedaba con la chica, ligándose a Angela Lansbury.

Identificado por siempre jamás con este trío de exitosos filmes, poco se ha reparado en sus películas anteriores y posteriores. Antes de Mr. Banks fue un excelente secundario recurrente del cine inglés, en películas como Tom Jones, Hotel Sahara o Idilio en París. Rara vez le dieron un papel protagonista. Su papel más importante sería en la comedia Tres hombres en un bote. Después del periodo Disney, se despediría del cine con El diabólico plan del Dr. Fu Manchú, junto a Peter Sellers. Dicen que la mejor muestra de su bondad es que fue capaz de aguantar al insoportable actor en varios momentos de su carrera.

Tomlinson –que hizo cuantiosas donaciones a escuelas para niños autistas– se retiró para cuidar de su hijo con la misma discreción con la que siempre llevó su vida privada. En febrero se estrena en Londres una obra de teatro basada en su vida titulada como su gran canción de Mary Poppins, The Life I Lead ("La vida que llevo"). Allí se contará que, en más de cincuenta películas, jamás hizo de villano. Tal vez había conocido demasiado bien lo preciosa que es la vida como para malgastarla en maldades.

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