_
_
_
_
EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La manipulación del miedo

El voto a la ultraderecha no siempre esconde odio, sino también temor

Guillermo Altares
Viñetas de 'Los combates cotidianos', de Manu Larcenet.
Viñetas de 'Los combates cotidianos', de Manu Larcenet.

Uno de los mejores relatos del ascenso de la ultraderecha en Francia se publicó mucho antes de la crisis, poco después de que el Frente Nacional demostrase su fuerza cuando, ante el desconcierto y el horror de muchos franceses, se coló en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002. El relato aparece en el tebeo Los combates cotidianos, de Manu Larcenet, que recibió el premio al mejor álbum del Festival de Angulema. El cómic relata la historia de Marco, un antiguo fotógrafo de guerra que decide irse a vivir al campo, mientras trabaja en un gran reportaje sobre unos astilleros que se están desmantelando, situados justo al lado del pueblo donde creció y en los que trabajan muchos de sus amigos de su infancia.

A lo largo de cuatro volúmenes, Larcenet toca muchos temas que han ido cobrando importancia con los años —la amenaza de la crisis, el fin de las grandes industrias, la huida de la ciudad hacia el campo—; pero sobre todo clava el ascenso de movimientos como el de Le Pen. Sentado en el muelle de los astilleros a punto de cerrar, el protagonista descubre que un viejo amigo vota a los ultras y entra en cólera. “¿No me digas que te crees su rollo, que te has convertido en un facha? ¿Cómo puedes hablar así ante Ümit y Pablo?”, dice en referencia a dos compañeros de trabajo de origen extranjero. “¿Crees de verdad que se va a salvar el astillero echando a todos los extranjeros menos a tus amigos?”. La discusión se hace cada vez más dura, incluso están a punto de llegar a las manos, antes de que cambien de tema.

Lo que intenta explicar Larcenet es que el voto a la ultraderecha no siempre esconde odio, sino también miedo en una sociedad que cambia demasiado rápido y que deja a gente fuera. También muestra que una cosa son los dirigentes, y su capacidad para manipular esos sentimientos, y otra diferente, sus votantes. Pero todo esto no debe ocultar hasta qué punto ese tipo de partidos pueden resultar peligrosos. Recientemente, el Memorial Auschwitz puso el siguiente mensaje en sus redes sociales: “Cuando miramos a Auschwitz vemos el final de un proceso. Hay que recordar que el Holocausto no empezó en las cámaras de gas. El odio se generó gradualmente a partir de palabras, estereotipos y prejuicios mediante la exclusión legal, deshumanización y una escalada de la violencia”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_