Muerte en la oscuridad
José Antonio Arrabal se suicidó en 2017. Sufría ELA y sabía cuál iba a ser su final. Lo grabo solo, sin nadie a su lado. Hoy, a finales de 2018, sigue sin haber una ley que permita a las personas con enfermedades de este calibre morir sin sufrimiento. No se les permite decidir sobre su vida, pero es llamativo cómo tampoco se les dan las prestaciones y las ayudas necesarias para que lleven una vida, dentro de lo que cabe, “normal” o, mejor dicho, llevadera. Pablo Casado decía que este debate no existía en la sociedad. Qué triste mentir así, que triste ignorar a personas que no pueden morir en paz y se ven obligadas a dejar este mundo en la clandestinidad, sin aquellas personas a las que aman. Qué triste estar tan falto de la caridad cristiana que tanto enarbolan. Dejen a la gente morir en paz.
Borja Goñi Berastegui
Pamplona
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