Los 70, la nueva edad de oro... también para las relaciones sexuales
Hay que jugar y disfrutar aceptando nuestras limitaciones y sacando partido a lo que la naturaleza nos regala
Hemos llegado a una edad en la que la hipoteca está pagada, los hijos están acabando con las suyas y los nietos comienzan a caminar solos. Aún nos queda mucho tiempo por delante con buena salud, en la que llevamos invirtiendo desde que nacimos. Crecimos con las radionovelas y hoy navegamos con soltura por las redes sociales con las que, no solo estamos en contacto con los nuestros, sino que podemos ampliar nuestro círculo de amistades. Hemos sobrevivido a toda una vida y hoy, por fin, nuestro único objetivo es ser felices.
Es nuestro momento.
Quedó atrás la concepción de la vejez como involución recluida en casa, de la simple acumulación de años como enfermedad que había que ocultar. De los abuelos dándose un beso en la mejilla y la mano con ternura como máximo exponente de la sexualidad en la tercera edad... de que la edad limita en la capacidad de dar y recibir placer, en el más amplio de los sentidos.
Que la vejez no esté de moda no quiere decir que tenga que esconderse, y de hecho, cuando quien nos ha acompañado toda la vida nos deja, se nos abre un amplio abanico de posibilidades para continuar nuestro camino con una calidad de vida comparable a la de cualquier adulto que acaba de terminar una relación.
En pareja, el devenir de los años con las obligaciones inherentes al cuidado de los hijos, crecimiento económico y social de la familia y la logística del día a día suelen dejar mella en la vida sexual y afectiva. Y cuando llegamos a estas edades todo es tan predecible y simple que casi se ha apagado la llama, cuando no se ha esfumado ya toda la pasión con la menopausia.
No es necesario cambiar de pareja o quedarse solo tras el fallecimiento de uno de sus miembros para un renacer del placer y la búsqueda de la felicidad, si encontramos apoyo en el otro para comprometernos en el cambio. Salir a disfrutar de una exposición, ir a tomar algo o a bailar en alguno de los muchos locales en los que el público hace ya tiempo que cumplió los cincuenta, pero siguen dejándose llevar por la música. O hacer un viaje subvencionado en el que conocer personas interesantes y enriquecer nuestro día a día, las posibilidades son múltiples y están a un tiro de Google.
Y de puertas para dentro redescubrir nuestra piel y nuestros sentidos con curiosidad de niños y pasión de adultos que, aunque lo parezca, no están de vuelta de todo. Jugar y disfrutar, aceptando nuestras limitaciones y sacando partido a lo que la naturaleza nos regala... y si no se nos ocurre cómo hacerlo para eso está la terapia sexual, que puede ayudar a vivir una sexualidad plena en cualquier cuerpo y a cualquier edad.
*Raúl Padilla es sexólogo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.