Así es como la cerámica de Granada se ha convertido en el último grito en París (literalmente)
Casa Lopez recupera desde la capital del Sena la herencia artesanal española. Y también la francesa, la italiana o la portuguesa
Aunque la leyenda diga lo contrario, los franceses siempre han tenido talento para entender lo español. Para comprobarlo basta con escuchar a la Carmen de Bizet, en principio más sevillana que la Giralda, cantando en la lengua de Molière, o ver a Antoine Griezmann luciendo la camisa del Atleti. Algo parecido ocurre con Casa Lopez: un billete de ida a un verano andaluz con patio encalado, geranios y cerámica artesanal. Aunque su nombre y su estética puedan llevar a confusión, Casa Lopez es una empresa francesa (de ahí que no lleve acento) y todo un ejemplo de concordia transpirenaica: un buen número de sus muebles, vajillas, cristalería y alfombras están producidas en España, Italia y Portugal.
Si cada vez más gente prefiere los objetos artesanales es porque tienen alma. Casa Lopez, además, actualiza su diseño y, en ocasiones, le da nuevo uso. En manos de esta maison, la típica decoración azul y verde de la cerámica granadina de Fajalauza cambia de color (rojo, negro, rosa), o salta de cuencos y platos a una preciosa mantelería completa. La añeja técnica provenzal de la terre mêlée resucita en vajillas y accesorios con efecto marmolado. Las alfombras se reinterpretan con motivos contemporáneos: la nueva colección Poliakoff, por ejemplo, declina una obra del pintor abstracto Serge Poliakoff en tres colores.
La historia de Casa Lopez se remonta a 1983 cuando su fundador, Bernard Magniant-Lopez, se abre camino en el mundo decorativo francés con sus coloridas alfombras. En un momento en que el mercado se divide entre las alfombras orientales, las reediciones de piezas de los años treinta y los diseños propios de creadores contemporáneos, Casa Lopez se hace un hueco con sus diseños mediterráneos, poco habituales, de motivos geométricos que revisan las alfombras tradicionales españolas.
Tres décadas después, en 2014, el empresario Pierre Sauvage toma las riendas de la casa y la actualiza sin restarle un ápice de su esencia. Conoce bien la firma: “Había trabajado en su agencia de comunicación en 1997, me gustaba su estilo latino y colorido y quería conservarlo”, señala. Entre aquellos elementos que ha mantenido destacan las características alfombras mezcla de yute y lana, como su clásico modelo Pia, que ahora también está disponible en colores neón.
Entre sus clientes se encuentran celebrities y personajes “históricos”, según dice Sauvage, pero no da nombres (“continúan viniendo porque saben que somos extremadamente discretos”). Tan solo alude a que pertenecen a la monarquía, el cine o los medios de comunicación. Y desvela algunas peticiones especiales: “Hay quien nos pide que le hagamos alfombras con su escudo de armas para decorar su castillo. Otros, que diseñemos sus platos o plasmemos el dibujo de su hijo en una alfombra”.
Al final, el secreto para mantenerse con vida durante más de tres décadas es una vieja fórmula que hasta ahora ha resultado infalible: materiales tan buenos como los del pasado e ideas tan emocionantes como las del futuro. Y, además, en versión bilingüe.
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