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Columna
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El perímetro de la palabra

Es paradójico que quienes son partidarios de una acepción más amplia de la idea de violencia en determinadas circunstancias defiendan un significado muy concreto en otras

Daniel Gascón

Cuando cayeron las Torres Gemelas hubo un desacuerdo entre el arrendatario del World Trade Center y las compañías de seguros. El contrato con estas últimas estipulaba un desembolso máximo por suceso: la duda era establecer si el atentado era un suceso o dos, ya que las dos torres habían sido derribadas. La compensación eran 3.500 millones de dólares por un acto, 7.000 si eran dos. Cuando te preguntan cuánto vale una discusión de semántica, dice Steven Pinker, esa es la respuesta: 3.500 millones de dólares.

Las discusiones políticas son guerras de palabras, y buena parte de la batalla pública es semántica. Este año en España hemos hablado mucho de violencia y de lo que significa. Era uno de los temas que estaban en el debate sobre la sentencia en el juicio de La Manada. A aspectos controvertidos de la ley se sumaba la divergencia del uso de las palabras en el lenguaje común y en la jerga especializada. Algunos mediadores contribuyeron a incrementar la confusión. Pero también había una discusión sobre la naturaleza de la violencia, y sobre su relación con la intimidación y la amenaza.

Para algunos, además, la violencia está en muchos otros lugares donde pasa inadvertida: en la actuación de los bancos, pero también en las prácticas laborales y las relaciones entre personas. Muchos aspectos del sexismo son formas de violencia, explican algunos artículos: desde la brecha salarial de género hasta la presión de la industria de la belleza. Este movimiento puede recordar a la idea del concept creep o deslizamiento de concepto: las palabras se van extendiendo hacia abajo.

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La interpretación laxa del concepto de violencia contrasta con otra más rigurosa que se aplica a los hechos del otoño de 2017 en Cataluña. Las actuaciones de los líderes independentistas, las maniobras para desdeñar los derechos de la oposición o el objetivo táctico de provocar la reacción del Estado no entrarían dentro de la categoría de violencia. Para otros, en cambio, el concepto se puede ampliar en el ejemplo catalán, pero no en otros contextos. Es una paradoja curiosa que quienes son partidarios de una acepción más amplia de la idea de violencia en determinadas circunstancias defiendan un significado muy concreto en otras. En ambos casos, como decía Humpty Dumpty en Alicia en el país de las maravillas, lo importante es saber quién manda. @gascondaniel

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

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