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Columna
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Trump contra Ocasio-Cortez

El hijo de millonario de origen germánico que construye torres doradas pero se expresa con exabruptos, contra la hija del Bronx de antepasados puertorriqueños que ganaba premios mientras estudiaba con becas

Jorge Galindo
La demócrata Alexandria Ocasio-Cortez posa junto a un partidario en Nueva York, el pasado 6 de noviembre.
La demócrata Alexandria Ocasio-Cortez posa junto a un partidario en Nueva York, el pasado 6 de noviembre. ANDREW KELLY (REUTERS)

Cuando Alexandria Ocasio-Cortez confirmó su victoria como la congresista de menor edad de la historia de Estados Unidos el pasado martes por la noche, una mujer, joven, latina (como ella), me dijo, mirando la foto de la nueva estrella del Partido Demócrata: “Soy yo”. La sonrisa le inundaba el rostro.

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Lo que la ciencia política conoce como representación descriptiva es casi tan importante como la sustantiva. No solo queremos que quien ostenta el poder gracias a nuestro voto esté de acuerdo con nosotros. También aspiramos a vernos reflejados en nuestros representantes. La razón es doble. Por un lado, esperamos que quien se nos parece entienda mejor nuestros problemas, esté más cerca de nuestros intereses y de nuestra ideología. Por otro, supone una reafirmación identitaria, la prueba de que el grupo al que pertenecemos existe, e importa. Si, además, el votante forma parte de una minoría histórica, la elección vale doble, porque supone un contraste con un pasado (y un presente) de exclusión en el proceso de toma de decisiones.

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En este proceso de división descriptiva, el Republicano es el partido de los hombres blancos, de mediana edad en adelante, que no cuentan con estudios universitarios, o viven fuera de los centros de poder del país. Sucede lo mismo con otros movimientos de derecha reaccionaria a lo largo de Europa. Habrá quien argumente que estos grupos se están convirtiendo en una minoría y, por tanto, su elección identitaria es equivalente a la de las viejas minorías. Pero ¿realmente son una minoría? Al fin y al cabo, la mayoría de posiciones de poder en el mundo occidental están ocupadas por personas que se le parecen. Salvo en la dimensión de clase, es cierto. Ahora bien, los líderes reaccionarios del mundo no representan a la vieja clase obrera en términos descriptivos. La inmensa mayoría de ellos vienen de entornos acomodados, o incluso adinerados. Solo (mal)imitan las formas y los símbolos de los segmentos populares.

Es mucho imaginar, pero supongamos por un momento que en las elecciones presidenciales de 2020 Trump se enfrenta a Ocasio-Cortez. El hijo de millonario de origen germánico que construye torres doradas, pero se expresa con exabruptos, contra la hija del Bronx de antepasados puertorriqueños que ganaba premios mientras estudiaba con becas. ¿Quién de los dos presenta una mejor representación descriptiva de la clase obrera? @jorgegalindo

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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