Libertad, pero solo para los míos
Aceptar el pluralismo es aceptar las ideas que no nos gustan: no tiene mucho mérito convivir con las que nos gustan
No hay ninguna obligación, al defender el derecho a hablar, de opinar sobre el valor de lo que se dice, escribió Christopher Hitchens. El Congreso de los Diputados ha aceptado tramitar una propuesta de Unidos Podemos para la despenalización de las injurias a la Corona y las ofensas a la religión.
La modificación, a la que se opusieron Ciudadanos y PP, es deseable. En los últimos años, muchos casos relacionados con la libertad de expresión han creado situaciones grotescas que sugieren una motivación ideológica. También resulta paradójico que, como recordaba Ana Valero, en 2011, el año en que ETA cesó su actividad armada, hubiera un condenado por enaltecimiento del terrorismo, y que entre 2016 y 2017 se produjeran 66 condenas. A menudo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) es más garantista que la justicia española: se debilitan las instituciones que se pretendían defender.
La libertad de expresión es uno de los fundamentos de la Constitución. El TEDH sostiene que ampara “no solo las informaciones o ideas que son favorablemente recibidas o consideradas como inofensivas o indiferentes, también aquellas que chocan, inquietan u ofenden al Estado o a una fracción cualquiera de la población”. Aceptar el pluralismo es aceptar las ideas que no nos gustan: no tiene mucho mérito convivir con las que nos gustan. Esto no significa que la libertad de expresión deba ser irrestricta: nunca lo es. Pero es recomendable cierta tolerancia con opiniones que nos parecen estúpidas. A fin de cuentas, nosotros también podemos decir algo que alguien considere una estupidez.
Miguel Presno Linero recordaba que quemar la foto del Rey es libertad de expresión, pero también lo es exaltar el franquismo. Cuando los miembros de Podemos —al parecer, con aquiescencia del Gobierno— hablan de penalizar la apología de la dictadura, muestran que para ellos la libertad solo se aplica a algunos. No es nuevo: el Parlamento Europeo ha concedido el Premio Sájarov al cineasta ucranio Oleg Sentsov, encarcelado por Rusia tras un proceso que Amnistía Internacional describe como “estalinista”. El Parlamento Europeo adoptó en junio una resolución pidiendo la liberación de Sentsov y de los ucranios detenidos ilegalmente en Rusia y la península de Crimea. Los eurodiputados de Podemos, una formación que llama “presos políticos” a los líderes independentistas catalanes procesados, votaron en contra de esa resolución. @gascondaniel
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.