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El 90% de los niños que mueren de tuberculosis no han recibido ningún tratamiento

Una prueba para detectar la bacteria en heces evita hacerles endoscopias para diagnosticar la enfermedad

Phiona y Tamale visitan el centro de salud Nsangi (Uganda).
Phiona y Tamale visitan el centro de salud Nsangi (Uganda).Will Boase (The Union)
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Cada año mueren unos 240.000 niños de tuberculosis en el mundo, y un 90% de ellos lo hace sin haber recibido ningún tratamiento contra la bacteria, como han recordado varios participantes en el congreso mundial de la Unión contra la Tuberculosis y la Enfermedad Pulmonar que se celebra en La Haya. Por eso la comunicación de una sencilla prueba en heces para facilitar el diagnóstico que da el resultado en tres horas se ha considerado de capital importancia en la jornada de este jueves.

El trabajo ha sido presentado por Petra de Haas, de la organización holandesa KNVC coanfitriona del encuentro al que ha sido invitado EL PAÍS. Las pruebas se han efectuado en Indonesia en y Etiopía y los resultados han sido de una precisión incluso superior a la tradicional prueba del esputo, ya que se ha podido analizar a bebés de los que no se puede obtener la muestra de mucosa pulmonar correspondiente.

Y es que, como ha señalado Aimgul Duishekeeva, técnica de la ONG holandesa en Kirguizistán, mientras para los adultos conseguir que escupan con arrastre de mucosa pulmonar es fácil, eso no es posible muchas veces en los niños. Por tanto, caben dos opciones: diagnosticados por eliminación si conviven con personas infectadas, o introducirles un tubo por la nariz hasta el estómago para recoger muestras de su saliva que se hayan tragado y que contengan el bacilo. “Eso es doloroso; los niños lloran, vomitan y a los padres les cuesta verlo”, ha explicado.

El nuevo sistema se va a ensayar intensivamente en Etiopía e Indonesia

Y, además, hay otro problema: la endoscopia necesita que se ingrese al niño y una preparación especial. En cambio, no hay nada más sencillo que tomar muestras de un pañal, como ha escenificado De Haas en la presentación.

El sistema, que ahora se va a ensayar intensivamente en Etiopía e Indonesia tiene otra ventaja: una vez tomada la muestra, se analiza en una de las máquinas de diagnóstico rápido que ya sirven también para estudiar el esputo, unos aparatos que se considera prioritarios y que se van extendiendo rápidamente por los países más afectados.

Como ejemplo de su eficacia, De Haas expuso que en las primeras pruebas en Indonesia la muestra de heces no solo confirmó los casos de tuberculosis apuntados por las de esputos y descartó los mismos negativos sino que permitió identificar tres casos más en niños a los que no se habían podido tomar muestras de saliva por el invasivo método tradicional porque los padres se negaron a someterlos al doloroso procedimiento. De ellos, uno era un bebé de cuatro meses con una variante multirresistente de la bacteria.

“Sí por mí fuera, este método se usaría ya en todo el mundo”, ha dicho De Haas. Sin embargo, no se espera que la Unión ni la Organización Mundial de la Salud lo validen hasta el año que viene.

Prevención domiciliaria en menores

Lo más habitual es que los niños se contagien de tuberculosis en sus casas. Pero la convivencia con los adultos puede no ser un factor de riesgo si se actúa a tiempo, como ha demostrado el ensayo TITI que se ha presentado en la conferencia de la Unión para la Tuberculosis y la Enfermedad Pulmonar que se celebra e La Haya.

Este trabajo localizó a casi 2.000 niños que convivían con un adulto que tenía tuberculosis, y les dio tratamiento preventivo. El resultado fue que no hubo transmisiones dentro de la vivienda, según ha explicado Valérie Schwoebel, responsable de programas dela Unión para el África francófona.

A estos niños se les dio un tratamiento de seis meses, lo que les aseguró una protección de 18 meses, mas que suficiente para que el adulto infectado de su vivienda dejara de ser contagioso.

Este ejemplo de prevención infantil es prueba de una tenedencia al alta. Tanto, que Jeremia Chakaya, presidente de la Unión, mencionó que se planteaba la posibilidad de usarla de manera ininterrumpida en entornos o condiciones de alta prevalencia de la tuberculosis.

Por ejemplo, ensayos en Malaui y Suazilandia ha conseguido una alta eficacia en personas con VIH. Este virus, al deteriorar el sistema inmunitario, favorece la aparición de la tuberculosis. Uno de los problemas e la prevención de que es un tratamiento largo, de seis meses. Pero, como ha indicado Lisa Adams sobre el programa suazi, en este caso se trata e personas acostumbradas a dedicarse de por vida contra el VIH, así que lo que se les propuso fue incluir el medicamento contra la tuberculosis en su cóctel de pastillas diario. Con ello se consiguió un elevado cumplimiento, que evita que aparezca resistencias.

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