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COLUMNA
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Misión: salvar al príncipe

Riad ha trazado una línea Maginot: el heredero no supo nada del operativo que mató al disidente Jamal Khashoggi

El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, este miércoles durante la cumbre del “Davos del Desierto” en Riad ( Arabia Saudí). En vídeo, el presidente turco pide que Arabia Saudí diga quién dio la orden de matar a Khashoggi.Vídeo: FAYEZ NURELDINE (AFP) / REUTERS-QUALITY
Ramón Lobo

Afirmar que el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, corre peligro sería, en este momento, una exageración. Asistimos a varias partidas de ajedrez simultáneas. En una juegan Arabia Saudí y Turquía; en otra, Riad y la UE, dividida en tres subgrupos: Reino Unido, Francia-Alemania y el resto. Donald Trump no está ante un tercer tablero porque él juega al póker.

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Riad ha trazado una línea Maginot: el heredero no supo nada del operativo que mató al periodista crítico Jamal Khashoggi. Él mismo se ha declarado horrorizado y prometido justicia. No sabemos nada del cuerpo, pero sí que hay 18 detenidos-candidatos a la ejecución. ¿Está entre ellos Maher Abdulaziz Mutreb, persona cercana al príncipe? Se le fotografió dentro del consulado. La prensa turca asegura que telefoneó tres veces a la oficina de su mentor.

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Dependerá de las pruebas que pueda presentar Erdogan. Su protagonismo es un sarcasmo porque el presidente turco es un carcelero de periodistas. Afirmó ante su Parlamento que el escuadrón de la muerte saudí formado por 15 agentes viajó a Estambul con un objetivo: matar a Khashoggi. Ankara dispone de audios de lo ocurrido, de las torturas y el descuartizamiento. Erdogan responsabilizó al príncipe heredero, y no al rey Salmán, al que considera ajeno al crimen. Trump se ha sumado tímidamente a esta línea, tal vez porque conoce la verdad. The Washington Post informó de que la CIA ya ha escuchado las cintas. Todos los actores, incluso Ankara, tienen precio. Solo hay una certeza gatopardiana: nada cambiará. El reino saudí mantendrá su puño de hierro sobre su disidencia, bombardeará Yemen con nuestras armas y mantendrá la expansión global del wahabismo, su versión fanática del islam.

Tampoco cambiará Occidente; venderemos armas sin preguntas. Merkel, también. En este asunto, Pedro Sánchez es un adelantado a la hipocresía ambiental. Nuestro precio son cinco fragatas y la amenaza saudí de hacer efectivas las multas por los retrasos del AVE del desierto.

Una caída del príncipe podría llegar a ser conveniente para los partícipes en la farsa. Así podríamos presumir, “se hizo justicia”. El rey tiene otro hijo, Khaled bin Salmán, embajador en Washington. Sería una operación peligrosa. Mostrar debilidad daría vida a las familias del régimen purgadas. Su trono correría peligro.

La ejemplar Alemania es el quinto vendedor mundial de armas. Los otros líderes son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad: EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia y China. Los responsables de mantener la paz son los beneficiarios de la existencia de guerras o del temor a ellas. A Khashoggi lo mataría una mano saudí, pero a la decencia la estamos matando entre todos.

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