La bondad de la Iglesia

He tenido la desgracia de perder a una hija tras una terrible enfermedad de nueve años. Al principio de esta dolencia tuve la suerte de pasar un día por la iglesia de Santa María de Caná. Entré y me senté un rato. Allí encontré la paz, las fuerzas y el consuelo para sobrellevar todo lo que nos pasaba.

Me encontré con don Jesús Higueras, un párroco extraordinario, y con un grupo de sacerdotes que viven para ayudar a todo el que lo necesita. Es una iglesia donde hay un grupo de madres que hemos perdido un hijo y sentimos que cualquiera del grupo sabe cómo nos encontramos y nos damos todo nuestro apoyo. He encontrado una Iglesia que se preocupa por los discapacitados, que manda dinero a África y que está en todo momento dispuesta a prestar ayuda. Pero no solo he encontrado esto en una parroquia grande y rica en Madrid, también en Zahara de los Atunes conozco una iglesia con una comunidad extraordinaria, un sacerdote, don Fructuoso Antolín, de una profunda espiritualidad y que es capaz de hacer las croquetas más ricas del mundo para recaudar dinero para la gente más pobre del pueblo.

Me produce una gran tristeza que la imagen que se tiene de la Iglesia sea la de la pederastia y me siento obligada a transmitir la Iglesia tan distinta que he conocido y que creo que también hay que contar.

Alicia Villar Gómez. Madrid