La vida del tatuador de los famosos es un drama
Ha decorado el cuerpo de Beckham, Angelina Jolie o Rihanna. Una vida de 'glamour' que contrasta con su otra realidad: cárcel, drogas o la muerte de sus dos hijos
Si la vida de Freddy Negrete fuera una película, hay una escena clave en ella: recién salido de prisión, vuelve a hacer tatuajes en el local de Mr. Mahoney, donde ha estado toda la vida, y en las visitas al local se mezclan los gánsters con estrellas mundiales como David Beckham, Rihanna o Angelina Jolie. La escena no es solo visualmente poderosa: también resume como ninguna otra la vida de Freddy y cómo siempre se ha movido entre el absoluto lumpen y la cara más brillante de la industria del entretenimiento.
Esa escena tuvo lugar a finales de la pasada década. Pero volvamos al principio. Freddy Negrete (Estados Unidos, 1956) es uno de los tatuadores más famosos del mundo. Se le considera el pionero de los tatuajes en blanco y negro y ha sido tatuador y asesor en algunas de las películas más famosas de los años noventa, como Batman Forever, Con Air, El último gran héroe, Austin Powers o Blade. Por sus manos (o las de sus hijos) han pasado algunos de los hombres y mujeres más poderosos y célebres del mundo.
La azarosa vida de Freddy ha sido objeto de una biografía, varios documentales y, más recientemente, un artículo en The New York Times. En él, Negrete habla por primera vez tras la muerte de su hijo mayor, Isaiah. Este pasado agosto Isaiah apareció muerto en el apartamento que compartía con su padre en Hollywood. Se cree (o al menos lo cree Freddy) que su muerte tuvo que ver con las drogas.
Isaiah tenía un largo historial de adicción a las drogas. Como su padre. E Isaiah había estado en prisión. Como su padre. Y tenía un talento artístico inmenso para pintar pieles ajenas. Como su padre.
En la autobiografía Smile Now, Cry Later: Guns, Gangs and Tatoos, My Life in Black and Grey (“Sonríe ahora, llora después: pistolas, bandas y tatuajes, mi vida en negro y gris”), Freddy recuerda que tanto su padre como su madre acabaron en prisión antes de que él cumpliese tres años. De modo que él y su hermana Vicky se convirtieron en niños que vivían como hijos bastardos del estado en casas de acogida. A los 11 años él se escapó y acabó detenido. Su vida a partir de ahí consistió en ingresar en bandas y de cometer fechorías que acabaron siendo crímenes mucho más graves. Freddy terminó en prisión.
En prisión Freddy descubrió su vocación: el tatuaje. Y se convirtió en el maestro del tatuaje Chicano. ¿Qué es el tatuaje Chicano? "Chicano" era el término despectivo con el que algunos estadounidenses se referían a los inmigrantes mexicanos en los años 50. Como suele ser habitual con muchas palabras usadas utilizadas para la opresión, el insulto fue reapropiado por los inmigrantes y convertido en una seña de identidad y orgullo.
Los inmigrantes mexicanos que se acumulaban en las prisiones empezaron a hacerse tatuajes a modo de homenaje a sus seres queridos o para enviar mensajes o conseguir favores. Entre sus temas principales estaba la simbología religiosa, las mujeres, las flores y las calaveras, muy presentes en la cultura mexicana. Al no tener acceso a tinta de colores –entonces los tatuajes eran de tonos vivos y saturados–, los tatuajes se hacían solo con tinta negra. Tampoco tenían pistolas, pero fabricaban algunas rudimentarias desmontando viejos radiocasettes.
Cada vez que hoy veas las espaldas y pectorales de David Beckham, Justin Bieber o Sergio Ramos llenos de flores, cruces y mujeres en tinta negra, recuerda que todo esto nació de la ausencia de medios en una prisión llena de inmigrantes.
Cuando salió de prisión en 1977, Negrete empezó a trabajar en un local de tatuajes de Los Ángeles y tuvo a su primer hijo, Isaiah, con su primera esposa. Durante esa década, en los ochenta, Freddy también se hizo adicto a la heroína. Esto no evitó que su nombre empezase a ganar popularidad en el mundo del tatuaje, que comenzase a dar discursos de motivación para que los integrantes de las bandas callejeras encontrasen una vida mejor y que escribiese una obra de teatro, When the Party’s Over ("Cuando se acaba la fiesta") que se ganó buenas reseñas en Los Angeles Times.
En 1988 tuvo otro hijo, Lorenzo. En 1992 participó en su primera película como asesor: Sangre por sangre, de Taylor Hackford, que narra la vida de tres hermanos en medio de la violencia callejera de las bandas del este de Los Ángeles. Un mundo que Freddy conocía bien. Durante los años noventa trabajaría como asesor o como tatuador en muchas películas más. Mientras tanto, su hijo Isaiah empezaba a ayudarle en su trabajo y hacía sus pinitos como tatuador.
Pero la década de los 2000 volvió a ser una época negra. En 2004 su hijo menor Lorenzo falleció a los 16 años al recibir un tiro en la cabeza. Se había convertido en miembro de una banda a la que una vez había pertenecido su padre. Esto hizo que Freddy volviese a consumir heroína. Y en 2007, el mismo año en que recibía un premio honorífico por parte de la organización Body Art Expo, fue detenido por un delito relacionado con su adicción y regresó a prisión. Allí sufrió tres ataques al corazón.
Se ganó al personal tatuando a algunos de los encargados de seguridad de la prisión y pintando un enorme mural de un arcángel en uno de los pasillos. Poco después estaba de nuevo en la calle, trabajando en un nuevo local de tatuajes (Mr. Mahoney’s Shop) y recuperándose de sus adicciones. Su vida parecía calmada: tatuaba a una nueva generación de estrellas del pop y del rock y aparecía a menudo en televisión.
El 21 de agosto de 2017 el hijo que aún le quedaba, Isaiah, apareció muerto en su apartamento de Hollywood. Su última foto en Instagram es una en la que aparece posando con Selena Gómez, su última clienta.
Su padre, mientras tanto, sigue dejando que su amor por los tatuajes lo salve de caer otra vez en el abismo. “Estoy en piloto automático”, declaró a The New York Times. “Estaré tatuando y pensando en otras cosas y después me iré al cuarto de baño y rezaré para ser fuerte. Tatuar siempre me ha salvado en el pasado. Ahora me enfrento a este nuevo capítulo. Tengo que encontrar el camino”.
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