La semana triunfal del trumpismo
Trump llegará al 6 de noviembre con las espaldas judiciales más cubiertas y con la victoria proteccionista tan apreciada entre sus votantes
El caos también paga. Esa Casa Blanca tumultuaria, acosada por el fiscal especial Mueller y dirigida desde la imprevisible cuenta presidencial de Twitter, va a conseguir a pocas semanas de las elecciones de mitad de mandato dos éxitos deslumbrantes. El primero es el acuerdo comercial con México y Canadá que sustituye al maldito NAFTA, “el peor tratado comercial de la historia”, que Trump prometió destruir en su campaña presidencial. El segundo es la designación, en la votación prevista para ayer por la noche en el Senado, del juez Brett Kavanaugh, de 53 años, como uno de los nueve magistrados vitalicios del Supremo, de forma que la máxima institución judicial de EE UU quedará hipotecada en su sesgo conservador para una entera generación.
Cada uno de los dos éxitos llega con trampa y consecuencias inciertas. El nuevo tratado de impronunciables siglas USMCA (United States Mexico Canada Agreement) satisface a su progenitor ante todo en el nombre, puesto que su contenido hubiera sido perfectamente compatible con una mera reforma del NAFTA. El nuevo magistrado del Supremo será el segundo nombrado por Trump, después de que la mayoría republicana en el Senado impidiera durante dos años la nominación por parte de Obama de un juez moderado para llenar una vacante por fallecimiento. Por primera vez en la historia, cuatro magistrados habrán sido nombrados por sendos presidentes republicanos que llegaron a la Casa Blanca sin mayoría de votos populares (Bush y Trump) y ratificados por una mayoría de senadores republicanos que tampoco representan a la mayoría de votantes.
Destacan en el nuevo USMCA las medidas proteccionistas para la industria del automóvil estadounidense y, sobre todo, las heridas que deja la brutalidad de la Casa Blanca en su trato con Canadá, a sumar a la rudeza con México a propósito del muro. El accidentado nombramiento de Kavanaugh también dejará otras heridas, estas en la sociedad estadounidense, especialmente entre las mujeres y con vistas a las elecciones de noviembre.
Cierto que Trump llegará a la jornada electoral del 6 de noviembre con las espaldas judiciales más cubiertas y con el triunfo proteccionista tan apreciado entre sus votantes, además de la cifra más baja del paro de las últimas cinco décadas, pero nada está escrito sobre lo que pueda suceder en los días que quedan hasta entonces, especialmente para una presidencia tan errática e incompetente, capaz de dispararse en el pie después de haber obtenido los dos triunfos más resonantes de su mandato.
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