Casas de apuestas
La proliferación de salones y la ausencia de una regulación publicitaria específica incitan a los más jóvenes al juego
Los españoles tienen a su alcance una abundante y heterogénea variedad de juegos de azar. Pueden elegir entre comprar boletos de lotería, rellenar la quiniela, jugar a las tragaperras o arriesgar su dinero en el casino. A esta panoplia de soportes se han unido las casas de apuestas online, un negocio que se ha multiplicado a un ritmo espectacular en los últimos años. Desde que se regularizó el juego en Internet en 2012, esta actividad ha crecido exponencialmente. Algunas compañías, que operan como verdaderas multinacionales, han encontrado en los grandes clubes de fútbol un fabuloso escaparate promocional estampando el logotipo de sus marcas en las camisetas las estrellas de la Liga.
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La publicidad del sector ha adquirido dimensiones colosales, en gran medida porque su expansión se ha visto favorecida por la falta de una regulación específica. Desde hace más de un lustro está pendiente un modelo normativo que ponga orden en los anuncios de las casas de apuestas online. Esta ausencia de reglamentación ha impulsado un alud de publicidad en radio y televisión. Los proyectos anunciado por el anterior Gobierno del PP para restringir estos mensajes comerciales nunca prosperaron. Se trataba, especialmente, de limitar la promoción de las apuestas durante el horario de protección infantil. No deja de ser significativo que el perfil medio del jugador en España tenga entre 20 y 35 años. Resulta también preocupante que los jóvenes sean igualmente una clientela fiel de las casas de juego y apuestas que están proliferado sin medida en las grandes ciudades. Estos negocios no se asientan en los barrios adinerados, sino en los que tienen un bajo poder adquisitivo y presentan una elevada tasa de población inmigrante.
El hecho de que personajes famosos promocionen los juegos online es un formidable gancho para los potenciales clientes. Mientras no se dicten normas más restrictivas es necesario llamar de manera insistente a la responsabilidad de los apostantes y poner los medios para evitar que se asocie el juego al éxito, notoriedad o fama de quien lo anuncia.
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