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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

La capitalización del futuro del planeta

Muchas compañías buscan captar la atención de voluntarios para formar parte de actividades filantrópicas y caritativas. Pero, ¿son realmente honestas estas campañas benéficas promovidas por grandes marcas?

Limpieza de playas en Quang Ninh, Vietnam, 2017
Limpieza de playas en Quang Ninh, Vietnam, 2017IUCN (Wikimedia Commons)
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Solidaridad, justicia, tolerancia, respeto, sensibilización… todos estos valores nos mueven para contribuir a la construcción de un mundo mejor.

Las ciudades son puntos clave para poder encontrar todo tipo de iniciativas de índole benéfico. Sabiendo esto, muchas empresas multinacionales han encontrado los perfectos aliados para conectar con sus usuarios creando poderosas campañas publicitarias que buscan mover consciencias, sensibilizar a la población, brindar ayuda a una buena causa e inculcar comportamientos cívicos.

Es el caso, por ejemplo, de gigantes como Starbucks regalando vasos el Día de la Tierra por la compra de bebidas calientes, Heineken (asociado con los supermercados Día) invitando a reducir el consumo de alcohol a través de la gamificación, Volkswagen vendiendo coches con un supuesto "Diésel limpio" o Nike promoviendo la recogida de plásticos en las playas.

Ante estos ejemplos, nacen una serie de reflexiones: ¿es necesario tener detrás a una marca conocida para luchar contra la violencia de género, la pobreza o el cambio climático? ¿Está realmente dispuesta una empresa multimillonaria a donar grandes cantidades de dinero sin recibir nada a cambio?

De una manera lúdica e interactiva, grandes empresas ofrecen al usuario diversión y concienciación a través de juegos, actividades o acciones, como es el caso de la celebración del Día Mundial de la limpieza de Costas. El origen de esta campaña nace en Estados Unidos en 1998, y lo promovió El Centro de Conservación Marina con el fin de evitar la destrucción de las playas y construir un compromiso con el medioambiente. Esta campaña suma esfuerzos para recoger basura en las costas de todo el mundo ya que el plástico es uno de los mayores problemas ambientales que afectan los océanos.

Se calcula que más de un 32 % del plástico que se fabrica en el mundo termina en el mar, afectando no solo a la fauna marina, sino también afectándonos a nosotros mismos. Según una investigación de Orbmedia, miles de millones de personas beben agua contaminada, la cual contiene partículas de plástico. Además, otros informes elaborados por el Foro Económico Mundial estiman que, en el año 2050 habrá más plástico en los océanos que peces.

Y así es como el pasado mes de setiembre, Nike (junto a otras empresas) colaboró con Oceanic Global Foundation para limpiar durante dos horas, la playa de la Barceloneta, en la ciudad condal. Para poder participar en esta actividad, anunciada como un evento "gratuito", era necesario registrarse en un formulario online y mostrar la aplicación de Nike en un dispositivo móvil.

Hoy por hoy, ser solidario ya no es cuestión de dinero sino de obtención de información. Y la tecnología, en cierta manera, ha propiciado una nueva manera de "ayudar" o "contribuir" a distintas causas benéficas siendo los datos la nueva moneda de cambio.

Cada vez que un usuario se descarga una aplicación (gratuita o no), la empresa se apropia de ciertos datos del usuario; en este sentido, debemos ser conscientes de que nuestra contribución no es en vano.

Multinacionales y gobiernos ya han entrado en nuestras vidas recopilando información sobre cómo y por donde nos movemos, qué consumimos, con quien interactuamos y cuáles son nuestros intereses, lo cual quedó demostrado con el reciente escándalo de Facebook.

Tal y como lo explica este artículo publicado en the Guardian, “la apropiación de datos es una forma de explotación porqué las compañías usan los datos para crear valor sin proporcionar a las personas una compensación comparable”. Y es que, nuestros datos generan un valor incalculable para las grandes empresas. Actualmente, tal y como asegura el artículo mencionado, la industria de los intermediarios de datos ya genera alrededor de los 200 millones de dólares en ingresos anuales.

Es necesario buscar otras nuevas maneras de mejorar nuestro entorno más inmediato; y es que, altruistamente, entre todos podemos construir ciudades más saludables sin necesidad de involucrar instituciones públicas (que de vez en cuando utilizan la participación ciudadana para fines políticos) o grandes compañías (captadoras de nuestros datos sin saber cómo son utilizados a posteriori).

Si se quiere ayudar verdaderamente a recoger plásticos en la playa, hagámoslo. Si queremos contribuir a disminuir la pobreza o ayudar a los que menos tienen, busquemos asociaciones e iniciativas que trabajen con la gente que más lo necesita para donar nuestro tiempo, ropa, comida o servicios. Si queremos contribuir a mejorar el aspecto de nuestras ciudades y reducir nuestra huella ecológica, reduzcamos residuos, reutilicemos, ahorremos energía, consideremos qué es verdaderamente necesario comprar, caminemos, pedaleemos, utilicemos el transporte público…

Las campañas benéficas y las ayudas de cualquier tipo, vengan de grandes multinacionales, gobiernos o individuos, son totalmente necesarias siempre y cuando estas sean sinceras, transparentes y honestas, y no se capitalice con el futuro del planeta.

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