Fútbol transparente
Un algoritmo para calcular el precio de los futbolistas contribuiría a fijar un valor de referencia a efectos contables y fiscales y permitiría plantear con conocimiento de causa futuras regulaciones
La propuesta para crear un algoritmo matemático que calcule el precio de los futbolistas refleja la preocupación de la FIFA por el desmesurado crecimiento de los precios que se pagan por los futbolistas de élite en las grandes ligas. El mercado futbolístico se mueve según reglas arbitrarias y, sobre todo, desconocidas para los ciudadanos, los organismos públicos e incluso para los socios de los grandes clubes que todavía no son sociedades anónimas. Una fórmula matemática contribuiría a fijar un precio de referencia a efectos contables y fiscales y permitiría plantear con conocimiento de causa futuras regulaciones en el mercado del fútbol. No es aceptable que en las operaciones de traspaso donde se mueven cientos de millones nunca se sepa con exactitud cuánto dinero perciben, por ejemplo, los agentes económicos participantes. La crema del negocio futbolístico se ha convertido en un mercado de agentes.
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Ese precio guía, orientativo pero de gran importancia para los balances y la política de endeudamiento de los equipos, puede ir unido a otras regulaciones necesarias para el fútbol. El exceso pagado por un club sobre el precio de referencia podría gravarse y destinar lo recaudado para financiar el fútbol de cantera. Además, llevaría a la conclusión lógica de que es conveniente regular las comisiones que reciben los intermediarios. El mercado del fútbol está dominado por la opacidad; las operaciones de traspaso son secretas, hasta el punto de que se ha instalado la idea de que solo la discreción extrema y la trastienda permiten realizar los grandes fichajes. Pero, como ha precisado el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, “ha llegado el momento de traer un poco más de transparencia”.
El fútbol tiene que progresar, además de a través de las vías que garanticen la transparencia, mediante una cierta garantía de juego limpio financiero —es notable la capacidad de reducción de la deuda de los equipos cuando se han apretado las clavijas del gasto— y por limitaciones prudentes que garanticen una cierta igualdad competitiva. La salud del negocio futbolístico, en el que hay que incluir por ejemplo las retransmisiones televisivas y el acceso cada vez mayor de espectadores de otros continentes, se robustecería con la competición entre equipos con capacidad y potencial futbolístico relativamente equilibrados. Hoy, apenas cinco equipos tienen capacidad financiera para contratar a grandes estrellas del balón. Infantino y la FIFA harían bien en examinar la conveniencia de establecer límites salariales y medidas más estrictas para proteger a los clubes que viven de la formación de futbolistas. No es bueno segmentar las competiciones en clubes megamillonarios y equipos de potencia media.
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