Carolina Bucci explica cómo conquistar el mundo de la joyería
Cuarta generación de una estirpe de joyeros florentinos, Bucci hace exactamente lo que sus padres no le permitían hacer: transgredir
Aunque pocos lo dirían, crecer en una familia de joyeros tiene sus inconvenientes. “Desde pequeña siempre me regalaron joyas, y yo soñaba con transformarlas en algo distinto. Eran piezas muy valiosas, pero muy tradicionales y poco divertidas. Y no había discusión posible. Por ejemplo, nunca me dejaron llevar bisutería, que es joyería divertida, porque no era de verdad”. Quien así habla es Carolina Bucci, cuarta generación de una estirpe de joyeros florentinos que, en los últimos años, ha conquistado al público internacional haciendo exactamente lo que sus padres no le permitían hacer: transgrediendo.
“Mi idea desde el principio fue respetar los procesos artesanales de los talleres de la familia, pero aplicando esa excelencia a diseños más emocionantes y contemporáneos”. De ese afán de evolución nació, por ejemplo, su colaboración –aunque ella prefiere llamarlo “amistad”– con la relojera suiza Audemars Piguet. El año pasado presentó una versión del Royal Oak, el reloj más famoso de la casa (y el que ella misma luce desde hace años), intervenido con el martilleado con efecto helado que lucen habitualmente las joyas de Bucci. Otro objetivo cumplido.
A golpe de diamante
Se llama “acabado florentino” y consiste en martillear el oro suavemente hasta conseguir un aspecto similar al de la escarcha. Por eso en Audemars Piguet han bautizado Frosted Gold (oro congelado) los relojes surgidos de la colaboración con Carolina Bucci. “Es un reloj perfecto al que no había que quitar ni añadir nada”, explica ella, “excepto darle mi propio tratamiento”. Este es el más reciente: Audemars Piguet Royal Oak Frosted Gold Edición Limitada (41 mm).
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