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Columna
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Nacionalconservadores

La pregunta del portavoz iba dirigida al Europarlamento, pero igualmente se la podríamos hacer al PP: ¿Qué pasará mañana?

Jorge Galindo
Inauguración del curso político del PP en la Carballeira de San Xusto (Cerdedo-Cotobade) con la participación del presidente del PP, Pablo Casado y el presidente del PP de Galicia, Alberto Nuñez Feijóo.
Inauguración del curso político del PP en la Carballeira de San Xusto (Cerdedo-Cotobade) con la participación del presidente del PP, Pablo Casado y el presidente del PP de Galicia, Alberto Nuñez Feijóo.OSCAR CORRAL

En 1988, un grupo de jóvenes húngaros fundaron clandestinamente el partido Fidesz. Viktor Orbán era uno de ellos. Soñaban con liberar su país de la dictadura comunista, insertándolo en la Europa pluralista. Tras la caída del Muro, Fidesz tardaría una década en asentarse como la principal formación de centroderecha en Hungría. El Partido Popular Europeo le daría la bienvenida en su seno. La Internacional Liberal, también. Finalmente, el país ingresaba en la UE culminando los anhelos bajo los que Fidesz fue fundado.

Ayer, treinta años después, el Parlamento Europeo votó que Orbán y su partido han llevado a Hungría en la dirección opuesta: a la vanguardia del movimiento reaccionario. Una historia de giro radical que viene con moraleja para España.

En 2010, cuando llegaban al Gobierno tras años de mandato socialdemócrata, Orbán tuvo que elegir cómo enfrentarse a Jobbik, un partido de extrema derecha que crecía exponencialmente. Un dilema en suelo inestable: el continente se veía asolado por la Gran Recesión y Orbán llevaba ocho años en la oposición construyendo un discurso antisistema basado en la antizquierda. El camino que menos resistencia ofrecía era el de un nacionalismo conservador que buscara enemigos externos, equiparando su ideología con la patria húngara. Y hacia allá fue Orbán.

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Es cierto que el PP es una formación con una corriente centrista muy sustanciosa, que ha gobernado España bajo parámetros europeístas y sin atentar contra nuestras instituciones fundamentales como Fidesz lo hizo con las de Hungría. No es menos cierto, sin embargo, que en la oposición y con Ciudadanos devorando votos, el ámbito moderado de la formación se ha visto disminuido. Casado parece leer que existe espacio para crecer (y competencia por aparecer) a la derecha. La historia de Orbán muestra que un liderazgo sin complejos que se enfrente a una situación difícil puede llevar a un partido de talante liberal y pluralista hasta el extremo nacionalconservador. Cataluña, la inmigración o la polarización ideológica pueden servir como palancas.

Ayer, el PP se abstuvo en el Europarlamento. De hecho, tres de sus miembros votaron en contra, colocándose así junto a la extrema derecha. Esteban González Pons explicaba: “Hoy es Hungría, ¿y mañana?”. La pregunta del portavoz iba dirigida al Europarlamento, pero igualmente se la podríamos hacer al PP: ¿qué pasará mañana? @jorgegalindo

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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