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Por qué no todo es machismo

Usar el feminismo como justificación para cualquier cosa es una manipulación de los valores del movimiento, los debilita y convierte el discurso en una trampa

Serena Williams durante la final del US Open este pasado sábado.Vídeo: Danielle Parhizkaran (USA Today Sports) | EPV
Isabel Valdés

Naomi Osaka ganó el sábado la final del US Open frente a Serena Williams, la leyenda. Sin embargo, no fue eso lo que destacaron los medios de comunicación ni de lo que se habló en la calle o en las redes sociales. Fue Williams y una triple sanción. Perdió los nervios, destrozó la raqueta contra el suelo y se enfrentó al árbitro: “¡Eres un mentiroso y un ladrón!”. “¡Soy madre, antes pierdo que hacer trampas!”. “¡Me debes una disculpa, me debes una disculpa!”. “¡No me volverás a arbitrar nunca más! ¡Es porque soy una mujer y lo sabes! ¡Si fuera un hombre no me harías esto!”. “¡Estás atacando mi personalidad!”.

Williams convirtió una mala respuesta a la presión de un partido en una bandera del feminismo; y las amonestaciones del árbitro, ajustadas a las normas, según los expertos, en un ataque sexista. El debate es doble: sobre su actitud y sobre el machismo en el mundo del tenis. Pero, en esta ocasión, van por separado.

El feminismo se ha convertido en una capa inmensa que lo arropa todo, con más fuerza en los dos últimos años; empujado por la calle, las redes sociales, periódicos, radios, televisiones, webs, los gremios del cine y la música, influencers, youtubers y rostros conocidos de distintas áreas, a todos los niveles: cultural, político, económico y social. Pero esa perspectiva, que ya forma parte del debate diario, no siempre es la respuesta, ni sirve para todo ni debería ser utilizada como excusa, según numerosas feministas y expertos consultados. No es un comodín ni da carta blanca a cualquiera, en cualquier momento y para cualquier cosa. M. Ángeles Cabré, directora del Observatorio Cultural de Género, se pregunta si Williams gritó en aquel momento porque la estaban agraviando como mujer. Su respuesta es negativa: “El feminismo no es un escudo en el que parar todos los golpes que nos da la vida, exige responsabilidad y un buen uso”.

No siempre se hace y esa manipulación del discurso juega a la contra; en un movimiento que crece y se expande a una velocidad vertiginosa, que ya es masivo y que tiene altavoces capaces de llegar a millones de personas de una vez, los disfraces no hacen falta. Que en el tenis hay discriminación salarial por género, de trato, de cobertura mediática y de atención institucional es un hecho. Pero eso no puede usarse para explicar todo lo que ocurre en la pista, como arguye Loola Pérez, feminista, filósofa e integradora social: “Las mujeres empoderadas con una personalidad tan fuerte como la que ella tiene en el campo deben ser honestas con ellas mismas y saber cuándo lo están haciendo bien y cuándo lo están haciendo mal”. Zua Méndez, de Towanda Rebels, discrepa en este sentido, cree que este debería ser otro de esos momentos en los que debe decirse: "Vamos a creer a las mujeres”. “Porque está rompiendo estereotipos en un deporte que no es nada amable con ellas”.

Serena Williams  junto a la supervisora del circuito femenino del US Open Donna Kelso y el juez Brian Early.
Serena Williams junto a la supervisora del circuito femenino del US Open Donna Kelso y el juez Brian Early.JULIAN FINNEY (AFP)

Sí. Pero quizás porque hay argumentos, datos y estadísticas suficientes como para denunciar un machismo institucionalizado, no hace falta vestir el feminismo de victimismo ni hacer del discurso una deriva. Si dejamos que todo, por sistema, se convierta en machismo, corremos el riesgo de perder fuerza y razón en lo que sí es consecuencia de una sociedad patriarcal. A ello hace alusión Octavio Salazar, jurista y experto en igualdad: “Lo que define a un comportamiento machista es que hay un ejercicio de dominio o supremacía de un hombre hacia una o varias mujeres, e implica un trato violento, denigrante o humillante. Pero no lo es una llamada de atención por incumplimiento de las normas”. Según Salazar, aquí falla la visión transformadora del feminismo: “Y me parece de dudosa ética alegar que eso puede ser una actuación feminista o contra el machismo”. Añade, además, el error que supone la búsqueda de la igualdad por imitación a lo más negativo de lo que culturalmente está asumido como masculino: “Hay mujeres que para empoderarse asumen comportamientos iracundos y violentos como son los que habitualmente protagonizamos los hombres. Una de las enseñanzas del feminismo es que las mujeres no tendrían que hacer las mismas gilipolleces que hacemos los hombres”.

A pesar de partir de un constructo falso, la queja de Williams ha generado varias conversaciones necesarias. La del machismo en el mundo del tenis, por supuesto, que ocupa desde la noche del pásado sábado el diálogo en medios internacionales y círculos relacionados con el feminismo; y también otras que entroncan con la visión y el tratamiento que se hace del comportamiento de las mujeres. Nuria C. Sopena, periodista y escritora feminista, apunta a ello: “Puede que a un tenista se le permita un estallido y a una tenista no. Puede que a un tenista se le permita perder las formas y sin embargo a ella ahora se la vea como una mujer un tanto nerviosa”. La infantilización de la terminología con la que se describen los gestos o el tono de una mujer sigue siendo una constante: los hombres son temperamentales y las mujeres histéricas, los hombres se enfadan y las mujeres se cogen rabietas. Ni la rabia ni los aspavientos de ellos deberían estar socialmente aceptados, ni los de ellas tan denostados. Si la igualdad es el objetivo, que el camino para llegar sea también ese. Loola Pérez lo concreta: “Usar el victimismo para expresar una falsa denuncia de sexismo es una trampa. Una perversión de los valores de igualdad. No creo que esto sea algo que tenga que ver con el movimiento feminista” .

Lo que opinan los expertos

Loola Pérez, feminista, filósofa e integradora social

Serena Williams usa el victimismo de una forma bastante perversa; al fin y al cabo, las mujeres en nuestra condición de persona podemos hacer cosas buenas y malas y el comportamiento que estaba teniendo no era apropiado para las reglas del juego y el árbitro estaba en su derecho de reprenderla. Pienso que las mujeres empoderadas con una personalidad tan fuerte como la que ella tiene en el campo, tenemos que ser honestas con nosotras mismas y saber cuándo lo estamos haciendo bien y cuándo lo estamos haciendo mal. No somos Super Woman, aunque tengamos esa visión de Serena, porque es una enorme deportista y es un titán en la pista; pero una cosa es ser buena deportista y otra la actitud que pueda tener. Le ha robado todo el protagonismo a su contrincante, que ha sido quien ha ganado –la multa, eso sí, me parece desproporcionada-. En el campo de juego estamos acostumbrados a que los hombres hagan aspavientos, a que demuestren su agresividad, y no es que nunca pase nada, pero parece que los jueces de línea son más permisivos con ellos. Hay que valorar, por un lado, que ella no ha tenido una actitud correcta y apropiada y ver también cómo otros hombres tampoco la han tenido en otras ocasiones.

Creo que ha usado el victimismo y es una trampa que las mujeres usemos ese victimismo, expresado en una falsa denuncia de sexismo. Es una perversión de los valores de igualdad, una cosa es querer igualdad entendida como justicia y otra cosa es usar la igualdad como un adorno o un todo vale, como una especie de comodín, no creo que esto sea algo que tenga que ver con el movimiento feminista.

Mari Ángeles Cabré, directora del Observatorio Cultural de Género

Que Serena Williams venía ya calentita por el tema de la vestimenta postparto que no le dejaron ponerse ya lo sabíamos. También sabemos de la larga opresión de los blancos sobre los negros y del resentimiento que aún alienta en muchos de ellos. Pero que su relación con las normas del tenis no pase por sus mejores momentos y que el árbitro portugués sea más bien pálido, no justifica su injustificable ataque de ira y mucho menos que se defienda aludiendo a su condición de mujer injustamente tratada. ¿Gritas porque te están agraviando como mujer, gritas porque el feminismo te da fuerzas para hacerlo? No, Serena, el feminismo no es un escudo en el que parar todos los golpes que nos da la vida, no es un comodín que sirva para un roto y para un descosido. El feminismo exige responsabilidad y un buen uso. Como cualquier vehículo, te puede llevar muy lejos. Pero si lo usas mal te puedes estampar, y eso es lo que ha sucedido. Primer mandamiento: amarás el feminismo sobre todas las cosas. Segundo mandamiento: no tomarás el nombre del feminismo en vano...

Octavio Salazar, jurista y experto en igualdad

Lo que define a un comportamiento machista es que hay un ejercicio de dominio o supremacía de un hombre hacia una o varias mujeres, e implica un trato violento, denigrante o humillante. Machismo no es que haya una llamada de atención por incumplimiento de las normas. No creo que quepa argumentar el machismo como una especie de asidero para justificar lo injustificable. Vemos, además, que hay mujeres que para de alguna forma empoderarse asumen comportamientos iracundos, agresivos y violentos como somos los que habitualmente protagonizamos los hombres. Creo que justamente una de las enseñanzas del feminismo es que las mujeres no tendrían que hacer las mismas gilipolleces que hacemos los hombres. Flaco favor se le hace al feminismo con ese tipo de justificaciones y con este tipo de actuaciones que, porque vengan de una mujer, no las dota de una cualidad ni un valor moral; tampoco lo tendrían en el caso de un hombre. Ahí falla la visión transformadora que debería tener el feminismo y me parece de dudosa ética alegar que eso puede ser una actuación feminista o contra el machismo.

Idoya Noain, corresponsal en Estados Unidos de El Periódico

Hay muchos factores culturales, muy particulares de Estados Unidos, que han tenido que ver en este asunto. Aquí existe un tema racial importante y cualquier cosa puede ser usada como racismo. Y Serena es una leyenda, una de las mejores jugadoras de tenis de todos los tiempos. Es intocable. Además, durante el último año, el embarazo y el posparto y los problemas de salud que ha tenido y los últimos incidentes con su traje en Roland Garros, han elevado su status a la hora de hablar de igualdad. Ha puesto el foco durante este tiempo en la atención sanitaria a las mujeres negras, algo que si ella no hubiese tratado, nunca se hubiera incidido tanto. Pero ayer lo que ocurrió no fue sexismo, perdió los nervios, que es algo humano, pero lo convirtió en lo que no era y no dio marcha atrás. Manipuló lo que había ocurrido y lo convirtió en un debate de género. Y ha calado. El diálogo hoy en Estados Unidos es el sexismo en el tenis y sí, eso era necesario y es importante, pero no surge de una injusticia real. En ese momento, Serena Williams tal vez estaba pensando en los derechos, pero delante tenía a una mujer de 20 años, Naomi Osaka, que la idolatraba y que se estaba enfrentando su primer Grand Slam en medio de una pista llena de confusión y a la que opacó el espectáculo de Williams.

Candy Rodo, corresponsal de La Vanguardia en Estados Unidos

La de ayer fue la tercera vez que Serena Williams se comportaba mal en la pista de forma memorable e hizo que se interrumpiese el partido para que el juez árbitro y la supervisora del circuito fuesen hasta la pista, aún a sabiendas de que una vez metidos hecho el registro del partido nadie puede hacer nada. Y en el momento más glorioso hasta la fecha de Naomi Osaka, la tenista tuvo que bajarse la visera porque estaba llorando, en su primer Grand Slam. Luego intentó reconducir la cosa cuando dijo que Osaka lo merecía y que no había que arruinar el triunfo, pero ya lo había hecho ella. Si quería denunciar algo, podría haberlo hecho después del partido, ella sabía que no se podían cambiar las decisiones del juez y que después iba a tener toda la audiencia de todo el mundo, todo el mundo está siempre pendiente de Serena Williams y todo el mundo quiere hablar con ella. Creo que, además, en parte, quería poner nerviosa a Osaka con el espectáculo. Pero ella aguantó bien el tipo, fue educada durante y después del partido. A veces la carta del feminismo se usa a conveniencia y no siempre es justo. Ella (Williams) es una mujer que ha luchado mucho, que ha defendido la igualdad, que ha generado debate en torno a la maternidad y el sexismo en el mercado laboral, pero lo de anoche (por la noche del pasado sábado) no tiene excusa.

Amparo Rubiales, política, abogada y feminista

No he visto el partido ni el incidente, grave, por las crónicas, todas escritas por hombres. La multa también es muy importante. Seguramente se equivocó. No lo sé, pero como ha escrito Ana de Miguel,”el patriarcado es mantener que hay tantos feminismos como mujeres y que basta que una mujer diga algo porque “le da la gana” para que ese algo sea “feminista” y nos descalifiquen a todas". Serena Williams ha utilizado su condición de mujer para rebelarse contra la decisión del árbitro, hombre por supuesto. ¿Cuánto ha tenido que resistir Serena por ser mujer, negra y madre y seguir compitiendo? Seguro que más, mucho más, que los tenistas machos. Esta respuesta no gustará, pero así lo pienso. Y enhorabuena de corazón a Osaka, otra mujer ganadora.

Nuria C Sopena, periodista y escritora feminista

Ser feminista significa también ser coherente. Entiendo la presión a la que ella está sometida y todo lo que representa en el avance de la igualdad para todas, pero no creo que todo pueda ser explicado o excusado desde el feminismo. Serena ha tenido una mala salida, ha perdido las formas. Al igual que en otras ocasiones en las que ha sido víctima del machismo, en esta ocasión considero que ha sido víctima de los nervios y con su reacción no solo creo que no ha escogido bien el argumento, sino que además ha hecho que una compañera que ha jugado y demostrado ser mejor tuviera una victoria amarga. Estoy segura de que en su interior se habrá dado cuenta del error. Y quizá rectifique. Es importante combatir el machismo al 100%. pero respuestas así creo que no ayudan a la causa. Me gustaría haber comprobado si en el caso de que hubiera sido un tenista el que hubiera tenido esa mala reacción, el juez de silla habría respondido con la misma sanción. Puede que a un tenista se le permita un estallido y a una tenista no. Puede que a un tenista se le permita perder las formas y sin embargo a ella ahora se la vea como una mujer un tanto nerviosa.

Isabel Mastrodomenico, agente de igualdad y directora de la Agencia de Comunicación y Género

No he visto todo lo que ha ocurrido, pero de lo que sí me da la sensación es que el reclamo, la frase puntual de “eso no se lo dices a un hombre”, no hubiese pasado hace cinco años, la posibilidad de entender que hay una situación -que se ha visibilizado mucho con el tema de la sanción a la otra tenista por quitarse la camiseta y ella por el traje posparto que llevaba en Roland Garros- que ha hecho que más mujeres se den cuenta de más cosas que nos pasan por ser mujeres, determinadas sanciones sociales, y no les pasan a los hombres por ser hombres.

Nuria Varela, escritora y experta en feminismo y violencia de género

Para saber si lo que ocurrió fue sexismo o no lo fue hay que mirar si en las mismas circunstancias a un jugador le hubiese ocurrido lo mismo. Si no es así, hay una mirada sexista. En el caso contrario, el feminismo no sirve para todo.

Lucía Mbomio, periodista y escritora

Creo que Serena, teniendo en cuenta el reto pendiente que tenía por convertirse en la jugadora con más títulos de grand slam [le hubiese quitado el honor a Margaret Court, que acumula 24] tenía mucha presión y tuvo esa reacción. Algo normal por la tensión que aguanta alguien de su nivel.

Lorena Morales, feminista, secretaria de Igualdad del PSOE en Madrid y concejala en Pinto

Vaya por delante que tanto Serena Williams como Venus Williams me parecen unos referentes en cuanto a igualdad, son unas luchadoras. Pero, en este caso, Serena ha tenido una salida de tono y no significa un paso adelante ni mucho menos en la igualdad, ni siquiera una conquista en el tenis. Es totalmente diferente a lo que ocurrió hace unos días a Alizè Cornet por cambiarse la camiseta cuando se dio cuenta de que la llevaba al revés, que es algo que ellos hacen muy habitualmente, eso sí es sexismo. Lo de Serena no, y no es apropiado que haga de eso una causa feminista, una pérdida de nervios en un momento de tensión no es una causa feminista. Y esto, por supuesto, no quita mérito a todo lo que ha hecho.

Yolanda Domínguez, artista y feminista

Dudo, en primer lugar, que se hubiera hecho un artículo de un tenista por su actitud, y creo que es eso lo que precisamente eclipsó el triunfo de Osaka, poner el foco en Williams me parece tendencioso. Una mujer tiene derecho a tener un cabreo, como un hombre. Iba perdiendo, estaba alterada y, como ser humano, se enfadó. Todos podemos hacer algo así en caliente y luego reconocerlo en frío.

Mercedes Hernández, directora de la Asociación de Mujeres de Guatemala

Yo lo veo desde otro lugar. En mi opinión, lo que más daño puede hacer al feminismo es seguir dibujando a las mujeres y todo lo que tocan o hacen como indisoluble de la corrección y de la virtud. Es la imposibilidad de ser juzgadas con los mismos parámetros con que se mide a los hombres lo que realmente hace daño a la causa de las mujeres. No recuerdo portadas ni primeras páginas de ningún periódico para reprochar, por ejemplo, a jugadores de fútbol (deporte masculinizado donde los haya) la agresividad y violencia implícita y normalizada en tantos de sus partidos. A nosotras la demanda de virtud, a ellos la impunidad y el olvido ante similares hechos. Igualmente, me resulta muy hipócrita que alguien como John McEnroe haya pasado a la historia siendo venerado como un jugador indomable e impredecible en la cancha, por su agresividad y competitividad extremas y no sólo por la calidad de su juego, mientras se da esta dimensión al enfado de Williams. La diferencia entre los tenistas hombres que han tenido grandes enfrentamientos con jueces y Serena Williams es que a ella se le está sancionando en los medios y no sólo en la cancha. Y eso sí tiene que ver con que es más fácil demandar a una mujer —no blanca, para más señas— que sea la eterna flor de loto en medio del pantano.

Iria Marañón, editora y escritora feminista

Ella tiene el derecho a expresar su disconformidad con lo que está pasando, pero no del modo en el que lo ha hecho. En mi opinión, el feminismo no vale como escudo para todo, porque podemos empezar a confundir lo que es el movimiento. Es cierto que se cometen injusticias machistas continuamente hacia las mujeres, pero en este caso habría que analizar si efectivamente es una injusticia.

Zua Méndez, de Towanda Rebels

Probablemente haya dicho lo que ha dicho no solo por lo que ha pasado hoy, estoy bastante segura de que Serena Williams ha tenido muchos momentos en los que se ha sentido discriminada por ser mujer y negra, en una competición históricamente de hombres blancos colonizadores. Que ella y su hermana hayan sido las máximas campeonas de este deporte ha levantado muchos resquemores y esta mujer se encuentra palos en la rueda constantemente. De hecho, las declaraciones de hace tres semanas en Roland Garros quejándose por su indumentaria (aconsejada por los médicos después del parto), refleja lo que significa para estas mentes cuadradas de los señores franceses e ingleses, lo que puede suponer una mujer negra, con su pelo rizado al viento, vestida como si fuera Black Phanter, con toda la connotación política que pueda tener. Probablemente lo tiene difícil y estará cansada de ver cómo muchos hombres pierden los papeles; he visto mucha condescendencia con hombres, con campeones…

Ella estaba en un momento clave para conseguir algo que nunca nadie en la historia ha conseguido, y pese a todo lo que ha dicho es que Osaka se merecía ganar. Creo que hay que entender que hay días en los que una persona tiene un mal día y puede ser más expresiva y puede quejarse, estoy segura y quiero dejar claro que esto no es un hecho aislado y cuando ella habla de sexismo creo que está siendo muy clara, y en este caso, igual que muchas veces decimos “vamos a creer a las mujeres”, habría que romper una lanza a favor de ella porque está rompiendo muchos estereotipos y roles en un deporte que no es nada amable con las mujeres, que las sexualiza constantemente y más a mujeres como ella, que no son muñequitas rubias.

En definitiva, no creo que todo pueda ser tachado de sexismo y que el feminismo sea la coartada de cualquier rabieta, pero es comprensible que esta mujer después de todos los ataques que está sufriendo le haya parecido que no es justo que después de dos warning le pongan un tercero por haberle llamado “ladrón”, cuando estamos viendo que los árbitros en otros momentos son mucho más condescendientes y entienden mucho más cuando delante tienen hombres. Hay muchas cosas que revisar porque hay mucho sexismo. Ahí tienes a Nadal, diciendo que los hombres tienen que ganar más porque ganan más dinero y facturan más, también los sponsor y los grandes exponentes de nuestro país, institucionalmente hablando, van a finales de hombres y de mujeres no.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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