Antonio de la Torre: “El Bigotes y yo nos miramos a los ojos y nos entendimos. Sentí empatía”
El actor malagueño estrena 'El reino', donde se pone a las órdenes de Rodrigo Sorogoyen para interpretar a un corrupto con el que, quieras o no, te sentirás identificado
El malagueño empezó fuerte: primera nominación a un Goya, por Azuloscurocasinegro, primera victoria. Las siete siguientes veces que estuvo nominado perdió. Eso también tiene mérito. El 28 de septiembre estrena El reino, en la que da vida a un político corrupto y que seguramente le haga de nuevo aspirante. Sin juego sucio.
A pesar del cruel verano en Madrid, llega con sombrero, gafas de sol y tapado de arriba abajo. ¿Le ha dado a Antonio de la Torre (Málaga, 1968) un ataque de famositis y viene de incógnito? No. Aún le quedan unas semanas de rodaje de La trinchera infinita, donde interpreta a un topo de la Guerra Civil y, por exigencias del guion, no puede darle el sol. De todas formas, hoy está aquí para hablar de El reino, en la que vuelve a ponerse a las órdenes de Rodrigo Sorogoyen. Un manual de cómo se puede pasar de padre de familia normal y corriente a corrupto sin caer mal al espectador.
Su personaje consigue que nos identifiquemos con el corrupto, tanto al principio como al final de El reino. ¿Era necesario? Eso era esencial. Desde el punto de vista del relato, si no consigues que el espectador empatice con el protagonista es complicado. Como actor nunca puedes juzgar a tu personaje. Lo tienes que defender siempre. En el momento en el que Rodrigo Sorogoyen me planteó la historia, me pareció muy interesante contar la película desde el punto de vista del corrupto. Le dije: “Vamos a intentar no hacernos los malotes, porque si no nos quedaríamos sin peli, nos quedaría una peli maniquea”.
"Nos intercambiamos los teléfonos [con El Bigotes] y en los Goya me mandó un mensaje cariñoso. Yo también escribí a su familia cuando le absolvieron en la última causa de la Gürtel."
¿Se ha inspirado en algún personaje de la corrupción nacional? He conocido a unos cuantos. Por ejemplo, Rodrigo y yo quedamos con Álvaro Pérez, El Bigotes. Lo que me interesaba era conocer a la persona y llegar a entender cómo funciona su alma. Como ciudadano creo que en una democracia todos tenemos que rendir cuentas ante la justicia. No soy yo quién para absolver a nadie, pero a nivel humano sí que puedo entender los errores o los caminos que uno emprende. La persona que yo conocí me pareció afectuosa. Me cayó bien, no puedo decir otra cosa. Fue una charla en la que habló mucho más que nosotros, pero una charla personal. Nos intercambiamos los teléfonos y en los Goya me mandó un mensaje cariñoso. Yo también escribí a su familia cuando le absolvieron en la última causa de la Gürtel. Nos miramos a los ojos, nos entendimos y sentí empatía.
¿El cambio de Gobierno puede condicionar la respuesta del público? A mí me gustaría que se entendiera que el partido del que se habla puede ser un partido cualquiera. Hay una tendencia en el ser humano a vivir del dinero fácil. A mí hace poco me hackeó un pavo la cuenta de Twitter e intentó sacarme la pasta. Lo tuve que denunciar. Me da la sensación de que era un niñato que buscaba eso, dinero fácil. Y, bueno, a saber cómo son los padres de ese tío, qué cultura le han dado.
¿Aquí cuando se piensa en hacer una película que vaya a los Goya, se le llama a usted directamente? Porque tiene el récord de nominaciones. Qué horror. Sí, estoy empatado con Maribel Verdú. Te mentiría si te dijera que no me hace ilusión. Pero hay que ser consciente de que esto pasará. Llegará un momento en que empezarán a llamarme menos, que no me nominarán... ¡yo qué sé! Hay que estar preparado también para eso. Hace diez años, estaba en Canal Sur con miedo al frío que pudiera hacer en la calle y me costó incluso dar el paso de pillar una excedencia. Fíjate, yo recibí el Goya el domingo por Azuloscurocasinegro y el lunes estaba haciendo un vídeo de la Liga Asobal en la tele.
Sorogoyen se suma a la lista de directores para los que usted es su actor fetiche: Daniel Sánchez Arévalo o Álex de la Iglesia. ¿Qué les da? Eso está guai, mola mucho. Hombre, alguno habrá que dirá que está hasta los huevos de Antonio de la Torre. Eso es inevitable, porque yo soy muy pesado, ya lo estás viendo [risas], pero por apasionado, no por un exceso de ambición o por trepa, aunque igual tenga una idea muy indulgente de mí mismo. Normalmente doy mucho la brasa porque pienso que es importante para la peli. Yo creo que en la vida hay que mojarse.
Y usted es de los que se moja. Al lado, por ejemplo, de Willy Toledo soy Jordi Hurtado [risas]. Si me preguntan qué hago yo por cambiar el mundo, la respuesta más honesta sería responder que nada, pero al mismo tiempo no quiero contarle eso a mi hija, con lo cual tendría que decir que sí hago algo, ¿entiendes? Pero sí, me he metido en un par de jardines que al final me he arrepentido, más por las formas que por el fondo. Es que Twitter tiene también su veneno. De hecho, cuando me hackearon la cuenta me desaparecieron todos los tuits desde 2013. Y me dije, bueno, pues no está mal, te lo juro. ¡Me ha borrado todo lo que he dicho en los últimos cinco años! [Se carcajea.]
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