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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Fin del idilio entre Trump y Twitter

Las amenazas contra las compañías tecnológicas enlazan con la eterna campaña del presidente contra los medios de comunicación tradicionales

Rosario G. Gómez
Logotipo de Twiiter.
Logotipo de Twiiter. NICOLAS ASFOURI (AFP)

El gran aliado de Donald Trump a la hora de transmitir a sus compatriotas y al resto del mundo decisiones políticas y acciones de Gobierno, corre el riesgo de convertirse en su archienemigo. El presidente de Estados Unidos ha acusado Twitter, el servicio de microblogs que tan febrilmente utiliza, de prácticas discriminatorias e ilegales por silenciar, supuestamente, opiniones de los conservadores. Por un singular efecto contagio, ha extendido las diatribas y amenazas a Google y Facebook, compañías tecnológicas de las que tampoco se fía.

Su teoría es que los resultados de búsqueda de “Trump News” muestran solo los puntos de vista y las informaciones de los medios que, según su maniquea visión mediática, se dedican a publicar noticias falsas. “Lo tienen amañado, para mí y otros, de modo que casi todas las historias y noticias son malas”, sostiene Trump, que acusa a los gigantes de Internet de manipular los resultados de búsqueda de informaciones que contienen su nombre, dando primacía a las noticias negativas publicadas por los “medios de izquierda nacionales” e ignorando a los “medios de comunicación justos”. El inquilino de la Casa Blanca concluye que “están controlando lo que podemos y no podemos ver”.

Tal desconfianza puede poner en serio peligro la ecuación Trump-Twitter (T-T). La red social es el instrumento favorito del presidente estadounidense (que suma 54 millones de seguidores) para canalizar sus mensajes. Trump ha dejado claro que no le gustan de las cadenas de televisión (salvo Fox News, que suele aplaudir con encendido entusiasmo sus ocurrencias) y abomina de las cabeceras más prestigiosas de lo que ha dado en denominar “la moribunda industria de los periódicos”.

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Las amenazas contra las compañías tecnológicas enlazan con su insistente campaña contra los medios de comunicación tradicionales, desde la CNN a The New York Times, a los que Trump acusa infatigablemente de ser deshonestos y de mentir solo porque no le complace lo que cuentan. Ahora le ha tocado al turno a los gigantes de la Internet, que parecían inmunes a la oleada de invectivas.

La cuestión es cómo deben tomarse las andanadas del presidente cuando dice que Google, Twitter y Facebook “están adentrándose en un terreno muy peligroso” y que “tienen que tener cuidado”. No parece que estas compañías hayan entrado en pánico, pero se han visto obligadas a salir al paso. Google se ha esforzado públicamente en rechazar que sus motores de búsqueda estén programados para “manipular las opiniones políticas” de sus usuarios y en asegurar que no da preferencia a ninguna ideología política.

Trump siempre ha reconocido la gran importancia de las redes sociales en su meteórica carrera hacia la presidencia. “Creo que si no fuera por Twitter no estaría aquí”, ha dicho. Y es justamente esa influencia la que ha sido cuestionada por Evan Williams, cofundador la compañía del pájaro azul, que ha pedido disculpas por su colaboración a la hora de propulsar la popularidad de Trump y ayudarle a alcanzar la Casa Blanca. Ahora, el binomio T-T puede empezar a tambalearse y resquebrajar una relación que parecía tan sólida como idílica.

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