Carla Yeseneia Guzmán, de 34 años, se sienta con sus hijas (de izquierda a derecha) Estephanie Obando (14), Nayeli (10) y Ange Obando (15), en su casa en Puerto Cortés, en Guatemala, el 8 de mayo de 2018. Todas fueron deportadas de Chiapas en 2016 después de un viaje difícil. No pagaron a ningún coyote, así que se abrieron paso a su manera, caminando por las autopistas, haciendo autostop y durmiendo en los parques.
Carla y las chicas tenían miedo constantemente. La madre fue violada por un camionero después de que las recogiera. Las chicas pedían dinero en las plazas de las ciudades mientras Carla trabajaba de camarera y realizaron trabajos sexuales para obtener dinero en el camino. Un hombre llegó a ofrecer a Carla algo de dinero a cambio de una de sus hijas.
Las chicas cuentan que siempre estaban hambrientas, cansadas y sedientas. Se sentían sucias y decían que era difícil sentirse dignas. Finalmente, fueron capturadas por la policía mexicana y enviadas a Honduras en un autobús. Ahora están en la misma situación en la que se fueron. Dicen que esperaban una casa grande, con jardín y árboles, pero en Honduras aseguran que no hay oportunidades, solo la violencia de las pandillas a su alrededor, así que están aburridas porque tienen que quedarse en casa la mayor parte del tiempo.