Cómo afrontar los miedos del verano de los niños
¿A tu hijo le da pánico el agua, no se atreve a meterse en el mar por miedo a que le pique una medusa o ni quiere salir del coche cuando llegáis al campo por miedo a los insectos?
El verano es una época de esparcimiento para los más pequeños de la casa. Una época en la que pueden experimentar cosas nuevas, en la que se tienen que enfrentar a pequeños retos, pero esto tiene una doble vertiente: el disfrute, pero cuando dominan la situación, y el miedo antes dar ese paso en el que no sienten seguros. Vemos como nuestros pequeños se enfrentan a la separación; a perderse; al agua, ya sea mar o piscina. “Los miedos son evolutivos”, nos explica vía correo electrónico Nuria G. Alonso, psicóloga infantojuvenil y directora de Ayudarte Estudio de Psicología. “Esto quiere decir que hay una edad en la que somos especialmente vulnerables a tener esos miedos y cada etapa de desarrollo tiene unos que la definen y que los niños deben superar. Normalmente, los peques van adquiriendo más seguridad en sí mismos y más autonomía y van superándolos por sí solos, pero a veces no son capaces de superarlos, bien por su propia personalidad, por la sobreprotección de sus padres o por circunstancias que han vivido”.
Según la experta, es difícil conocer todos los miedos, es importante consultar esas dudas con especialistas cuando empiezas a ver que el temor está afectando al niño, o a los padres, y le está limitando para salir a la calle, para ir al colegio; que le afecta en su rendimiento escolar, en su estado de ánimo o en la forma que tiene para relacionarse con los demás. “Por ejemplo, al año es natural que tu hijo pueda tener miedo al retrete o a separarse de sus padres, pero si no lo ha superado con 10-11 años quizás debes valorar acudir a un especialista, porque a esa edad los miedos habituales son a los exámenes, a la muerte o a su aspecto físico”, explica Alonso.
Los miedos más comunes
¿A tu hijo le da pánico el agua, no se atreve a meterse en el mar por miedo a que le pique una medusa o ni quiere salir del coche cuando llegáis al campo por miedo a los insectos? A lo mejor este año no ha querido ir de campamento, por no estar lejos de casa o, ante una divertida tarde en la feria, vive con angustia la experiencia por miedo perderse.
Por lo general, los miedos más frecuentes son: ansiedad ante lo extraño y ansiedad por separación, miedo al agua, miedo a los animales (especialmente perros y gatos) y miedo a la oscuridad. “Todos ellos tienen que ver con la rutina cotidiana de un niño: relacionarse con otros (personas u animales), ducharse o nadar (en el verano especialmente), dormir. Por tanto, si en ese transcurso ha tenido malas experiencias relacionadas con ese peligro (porque las ha experimentado él o las ha visto en otros) o por la reacción de sus padres ante ese miedo (bien porque a ellos les asusta o porque han sido especialmente sobreprotectores) pueden llegar a conseguir que no confíen en que ellos mismos puedan superarlos”, argumenta.
Pautas para superar los miedo
Enseñar herramientas a los niños para superar los miedos y transmitirles seguridad es la labor que deben afrontar los padres para poder ayudarles. Forzar la situación con cariño y respetar sus tiempos también forma parte de esta estrategia. “Uno de los errores más frecuentes de las familias que vienen al estudio es pensar que como estos miedos sólo surgen un par de meses en verano, no es necesario que tu hijo los afronte y ya se le pasará algún día. Pero nada más lejos de la realidad, ese día es ahora porque cuando un miedo no se afronta, se hace más grande hasta tal punto que a veces tu autoestima sale lastimada, te pierdes muchas cosas y puede incapacitarte”, explica la experta.
Tener miedo es una emoción natural, “la fórmula es afrontarlos y superarlos desde pequeños. Los miedos nos hacen limitarnos, dañan nuestra autoestima y nos convierten, a la larga, en personas inseguras.”
- Afrontar el miedo con optimismo: No es sinónimo de infravalorar a tu pequeño o reírse de sus miedos. Para él esta situación es grave. Está asustado y necesita que lo ayudes. La mejor decisión es que te recargues de paciencia y le des la seguridad que ahora le falta. Juntos será más fácil.
- Acompañarle de forma tranquila. Con seguridad: No va a servirle decirle que no pasa nada si tu cara demuestra lo contrario. Si tu eres miedoso hay muchas posibilidad de que tu hijo también lo sea por esa razón. Trata de camuflar tu temor o delega esta labor, en esta ocasión, a la otra figura paterna o a un familiar o persona cercana que sepas que le puede ayudar a superar este obstáculo.
- No refuerces su miedo, empújale poco a poco a superarlo: Si tu hijo te dice que tiene miedo y crees que no tiene importancia y no le fuerzas a enfrentarse a él, le estás aliviando en ese momento, pero estás consiguiendo que a largo plazo vuelva a encontrarse una y otra vez con el mismo problema. Invítale poco a poco y con mucha dulzura a enfrentarse a su miedo. Cada vez que lo intenta es un paso más para reforzar su autoestima.
- Dale estrategias para superar su miedo y respeta sus tiempos: Las terapias de choque hace tiempo que dejaron de estar de moda. Tu labor se debe limitar a ponerte en su lugar y darle las herramientas para enfrentarse. Si lo que tiene es miedo a perderse en un sitio concurrido, como la playa o la feria, proponle un punto de encuentro, por si ocurre esa forzada separación o plantealé ponerse una pulsera con tu teléfono móvil para que te puedan localizar rápidamente.
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