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Columna
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La izquierda tiene que condenar a Ortega

Nicaragua se ha convertido en una dictadura que mata a sus opositores

Eliane Brum
Protestas en Nicaragua contra la represión de presidente Daniel Ortega.
Protestas en Nicaragua contra la represión de presidente Daniel Ortega. INTI OCON (AFP)

En un momento en que el mundo se encuentra acechado por las “nuevas derechas”, marcadas por el autoritarismo, populismo y xenofobia, no hay nada más importante para una izquierda en crisis que reafirmar sus valores más profundos. Es vergonzoso que parte de la izquierda global, así como sus principales iconos, no se manifieste diariamente y con vehemencia contra la masacre que Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo, perpetran contra el pueblo de Nicaragua desde abril. La represión de los Ortega contra los que piden su renuncia ya ha dejado más de 360 muertos, más de 260 desaparecidos y más de 2.000 heridos. Y los números aumentan cada semana, a veces cada día. En nombre de la izquierda, el exguerrillero sandinista se alió con lo peor de la derecha y empezó a matar a su pueblo.

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Daniel Ortega se transformó en un héroe de la izquierda mundial del siglo XX como uno de los líderes de la Revolución Sandinista (1979-90), que derribó la brutal dictadura de la familia Somoza. Hoy, en las calles de Managua, los gritos no dejan lugar a duda sobre en qué se ha convertido: “¡Ortega, Somoza, son la misma cosa!”. Como la de Somoza, la familia Ortega intenta controlarlo todo, incluso los medios de comunicación, perpetuándose en el poder.

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No toda la familia, ya que Zoilamérica, la hijastra de Ortega, vive fuera del país. En 1998, denunció al dictador por haberla violado, en connivencia con su madre, hoy vicepresidenta. Las últimas elecciones de Daniel Ortega, que reformó la Constitución para mantenerse en el poder y disputar la tercera legislatura consecutiva, fueron consideradas fraudulentas. Pero Ortega y Murillo permanecieron en el poder aliándose a una parte poderosa del empresariado y también a la parte más conservadora de la Iglesia católica. Su Gobierno está marcado por el control del poder legislativo y judicial, la censura, la tortura y persecución de los opositores, incluso de viejos compañeros sandinistas.

Las protestas que convulsionan Nicaragua tienen a la juventud universitaria como protagonista y ganaron fuerza cuando Ortega intentó aprobar una reforma de la Seguridad Social. Él se echó atrás, pero, desde entonces, el Gobierno y las fuerzas paramilitares ejecutan a los manifestantes que exigen que la familia Ortega renuncie. El pasado fin de semana estuvo marcado por ataques y asesinatos de civiles. Este jueves, 19 de julio, la Revolución Sandinista cumple 39 años. El poeta Ernesto Cardenal, uno de sus principales personajes y hoy opositor al régimen, afirmó que Nicaragua vive un “terrorismo de Estado”.

Una izquierda que deja que Daniel Ortega mate en su nombre y no tiene dignidad para manifestarse contra la dictadura y la masacre con acciones y palabras claras está sumida en una crisis mucho mayor de lo que supone.

Traducción: Meritxell Almarza

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