Ampliar la democracia
Inmigrantes y refugiados necesitan cómplices, ciudadanos que luchen junto a ellos por convertirles en ciudadanos
La historia de la democracia es (también) la historia de la ampliación del concepto de ciudadanía. ¿Quién puede disfrutar plenamente de los derechos garantizados por nuestros sistemas, quién no? Y particularmente del derecho de participación en la toma de decisiones, cuya máxima expresión es, por supuesto, el voto.
Con los migrantes, las democracias occidentales han encontrado la nueva frontera de este conflicto. Quienes componen la internacional nacionalista (Salvini, Le Pen, Trump, Farage) defienden una idea muy sencilla: primero, los nuestros. Los otros nos hacen daño. La estructura de su argumentación, que a veces recurre a datos falsos o tergiversados sobre los perjuicios que generan los inmigrantes a los locales, no es distinta de aquella que hace poco menos de un siglo pretendía mantener a las mujeres, a los no propietarios, o a los afroamericanos (esclavos liberados en EE UU) como sujeto político reducido.
Claro, la diferencia crucial es que a los migrantes se les puede mantener fuera del país. La exclusión en este caso no es solo textual e institucional, también es física. E identitaria: el grupo “nación” es más sólido que “hombres”, “propietarios” o incluso “blancos”.
Así, los migrantes se encuentran con una situación particularmente desventajosa para dar su lucha como sujeto político. ¿Quién defiende los intereses de una persona que sigue atrapada en una guerra en su país de origen, o que está en mitad del mar, literalmente entre fronteras? Quienes ya llegaron siguen considerablemente excluidos del proceso. Y ni los unos ni los otros disponen del tiempo suficiente para esperar que la expansión demográfica y el cambio generacional les otorguen el poder necesario por puro derecho de nacimiento.
No. Inmigrantes y refugiados necesitan cómplices, ciudadanos que luchen junto a ellos por convertirles en ciudadanos. Ahora que al fin la cuestión migratoria se politiza en España, partidos, líderes y votantes que contamos con el privilegio del pleno derecho nos enfrentaremos una vez más a una cuestión central de la democracia: si estamos dispuestos a compartirla. @jorgegalindo
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