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CLAVES
Columna
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El grito de la militancia

Si los partidos no imponen filtros, las primarias más competitivas (con más candidatos) serán un terreno abonado para los contendientes más intransigentes

Víctor Lapuente
Soraya Sáenz de Santamaría, candidata a la presidencia del PP, durante un acto de campaña en Málaga.
Soraya Sáenz de Santamaría, candidata a la presidencia del PP, durante un acto de campaña en Málaga.Carlos Díaz (EFE)

Antes se romperá España que el PP. Es lo que debieron pensar Fraga y Aznar al implantar un partido tan centralizado. Pero, ante la presión democratizadora, el sempiterno dedazo popular está sufriendo el mismo esguince que ha afectado al resto de partidos. Ahora toca dar la voz a los militantes.

Democratizar un partido es problemático. Cuando una formación se abre, corre el riesgo de romperse. Con la ebullición mediática de las primarias emergen a la superficie todo tipo de corrientes subterráneas. Y los enfrentamientos públicos crean heridas que tardan en cicatrizar. Pero, a largo plazo, el partido se refuerza. Que se lo digan al PSOE.

El peligro de las primarias es que pueden ser un trampolín para políticos oportunistas. Para quienes logran cohesionar a una minoría de fundamentalistas e imponerse a una mayoría de simpatizantes dividida entre candidatos más moderados. Así ganó Trump.

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Y así pueden entronizarse políticos polarizadores en el carrusel de primarias que viviremos en los próximos meses en España. Si los partidos no imponen filtros, las primarias más competitivas (con más candidatos) serán un terreno abonado para los contendientes más intransigentes. Y si se supedita el voto del militante al de los compromisarios, como va a hacer el PP, habrá un miedo fundado a que intervenga una mano negra, o varias, del aparato.

¿Cómo democratizar un partido y, al tiempo, evitar que se radicalice? Una fórmula inspiradora son las primarias que se ensayan en algunas ciudades y Estados americanos. La idea es aprovecharse no solo del voto, sino también del juicio de los simpatizantes. Si les pedimos que, además de votar, clasifiquen a los candidatos y a las candidatas de más a menos idóneos, obtenemos una información muy valiosa. En el caso de que ninguno de los aspirantes obtenga más del 50% de los votos, se elimina a quien tenga menos, y sus apoyos se reparten en función de la segunda preferencia de sus votantes. Esto favorece a políticos simpáticos para amplios sectores. Así no podría haber ganado Trump.

Necesitamos un diseño inteligente para que las primarias recojan la voz, y no solo el grito, de la militancia. @VictorLapuente

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