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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Por fin la voz de España

El Gobierno no puede por sí solo cambiar la situación, pero debe proponer a Europa una visión solidaria

Sami Naïr
Migrantes a bordo del Aquarius, el pasado 12 de junio.
Migrantes a bordo del Aquarius, el pasado 12 de junio. OSCAR CORRAL (EL PAÍS)

El barco de la muerte ha encontrado un puerto de solidaridad, y no es casualidad que sea Valencia, que recupera su protagonismo humano después de haberse ofrecido como ciudad de acogida en 2015. Por entonces, Ximo Puig y Mónica Oltra, indignados por la indiferencia y el rechazo del Gobierno, proponían poner un barco a disposición de los refugiados para salvarlos del mar. Hoy, merced a Pedro Sánchez —que no olvida sus promesas—, Valencia no solo acoge, sino que cuenta con el apoyo del nuevo Gobierno.

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Enhorabuena para ambos, enhorabuena para España y enhorabuena para los millares de militantes anónimos que desde hace años luchan con firmeza y sin descanso para que la mano salvadora ciegue la odiosa mirada infligida a inmigrantes y refugiados.

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Ahora bien, sabemos que la solución del problema no estriba solamente en posiciones humanitarias ni gestos simbólicos, más allá del alcance y la importancia que tengan. Se trata de una cuestión extraordinariamente difícil de solucionar —en caso de que existiera tal solución— que necesita una verdadera revolución mental europea.

Digo europea por dos razones principales: porque los flujos demográficos desembocan, y seguirán haciéndolo, en Europa; y porque sin Europa, es decir, sin la unión de los europeos, no se podrán gestionar, controlar, orientar y mitigar. África subsahariana quiere vivir dignamente y el fracaso generalizado de los gobiernos para contener el crecimiento demográfico en los límites del escaso desarrollo económico hace que impere la huida global de las poblaciones y la consecuente búsqueda, a cualquier precio, de una nueva vida. Ni la policía ni el peligro de la muerte pueden detener esta demanda humanitaria.

El gesto del Gobierno español no es la solución, es sólo una llamada a la decencia europea frente al auge de la indiferencia generalizada. Debe traducirse en una propuesta de acción que, desde España, retome la política común europea en materia de inmigración de modo ofensivo y no solo defensivo como se ha hecho hasta ahora. Por supuesto, la apertura de las fronteras es impracticable, pero no lo es un reparto equilibrado de la carga que toca a cada país en función de su población, riqueza y tasa de paro. Hay que aplicar las cuotas —que ya eran poco generosas— y castigar a los países que no aceptan la solidaridad europea. Del mismo modo, Europa puede articular su política de cooperación sobre la base de una gran estrategia de ayuda al desarrollo de África retomando el espíritu de los acuerdos de Lomé (1975-2000), que creían en una discriminación positiva en el comercio a favor de los países africanos y que la Unión debilitó drásticamente en las dos últimas décadas. Hoy pagamos las consecuencias demográficas de esa decisión política de egoísmo económico.

También hay que invertir en el desarrollo ecológico-económico para evitar la desaparición de las condiciones mínimas de vida en regiones donde reina la sequía, la desertificación de los suelos y el hambre. Estas medidas, de largo alcance, no tendrán efectos inmediatos, pero pueden movilizar a los Estados africanos. La clave es asociarlos a Europa haciéndolos corresponsables de la situación migratoria.

A corto plazo habría que organizar la acogida respetando los derechos humanos, aumentando los permisos de residencia en los casos de mayor vulnerabilidad y reasentando —con la ayuda de la ONU— a quienes no puedan permanecer en los Estados de acogida. Y sobre todo, luchar despiadadamente contra la ideología del odio en Europa, incentivada por movimientos racistas. El Gobierno español no puede por sí solo cambiar la situación, pero debe proponer a Europa una visión solidaria. Pues la voz de España cuenta.

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Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

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