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Tentaciones

El año en el que el Primavera Sound decidió ‘no callar’ ante el acoso

El festival barcelonés se adhirió por primera vez al protocolo 'No Callem' contra las agresiones sexuales

Vídeo: G.BATTISTA
Javier Marmisa

En la madrugada del viernes, una menor de 17 años presentó una denuncia por una presunta violación en la sala Razzmatazz, una de las principales discotecas de la ciudad. La joven explicó a la policía que un joven la condujo a la zona del backstage y allí fue penetrada por tres personas sin su permiso. Iba a un concierto y acabó siendo presuntamente violada en grupo.

La sala Razzmatazz de Barcelona está adscrita al protocolo contra las agresiones sexuales No Callem, el mismo al que se ha adherido el Primavera Sound. Está diseñado para proteger a la víctima, aunque en esta ocasión no se consiguió. En el comunicado de la sala en sus redes sociales, que condena enérgicamente los hechos y los pone en manos de las autoridades, se siguen leyendo, en pleno 2018, respuestas que reclaman la presunción de inocencia, que aseguran que la joven tuvo que acceder con un DNI falso o que gritan qué hacía una menor a esas horas. Repetimos, 2018.

La iniciativa fue puesta en marcha a principios de año por el Ayuntamiento de Barcelona, en ella están varias salas de conciertos de la ciudad y varios festivales y contempla distintos escenarios, no se trata tanto de repartir flyers, que también lo hacen, sino de actuar en todos aquellos lugares en los que hay más posibilidades de que se dé cualquier tipo de violencia sexual y con todos aquellos que forman parte de una u otra manera de este proyecto: seguridad, personal de barra, organizadores de los eventos musicales. La formación también se amplió a los empleados del festival. "Que quien ejerza este abuso de poder lo tenga en cuenta. Que al menos se sienta un poco vigilado. No hay que callar ni de coña ante el acoso. Hay que gritarlo fuerte", decía una fan al cierre del concierto de Father John Misty.

Krizia Nardini, de No Callem, explica, por ejemplo, como actúan cuando ven algo "raro" en un festival: "Nos acercamos sonriendo [con una actitud afable] y tratamos de pasar desapercibidas, el objetivo número uno es detener la acción si detectamos una agresión sexual. Después le preguntamos a la víctima si está bien. Si ella nos dice que está todo bien nosotras nos marchamos. Según la gravedad de la situación, podemos contactar con el servicio médico del festival, con los Mossos y con el hospital".

María De La Fuente y Naiara Marañón, responsables de la aplicación del dispositivo en el Primavera Sound, hablan de la necesidad de que esta conciencia alcance a todos: "Es una cuestión de que el público se implique en una cuestión que nos incumbe a todos. Porque al final una agresión sexual incumbe a todos los que no decimos nada". Afortunadamente, la mayoría de casos que se han reportado han sido leves. Las agresiones sexuales en los ambientes de ocio son más sutiles de lo que puedan parecer y están tan presentes en la vida de las mujeres que se han llegado a normalizar. A veces es un roce innecesario con el codo, una invasión del espacio, una lluvia de piropos cortando el paso a la víctima o una mirada lasciva. "Hay una parte muy interesante, aquello de que las mujeres se puedan vestir para un festival como les de la gana y hacer lo que les de la gana y nadie tiene por qué acosarlas por ello", opina una mujer junto a su marido en la zona de restauración de los escenarios principales.

A pesar de alguna reacción aislada, la amplia mayoría de los asistentes han acogido con satisfacción esta iniciativa.

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Sobre la firma

Javier Marmisa
Redactor de vídeo especializado en Cultura. Empezó su trayectoria en EL PAÍS en 2015. Ha trabajado en el diario AS, Europa Press y en medios digitales. Es graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y Máster en Cultura Contemporánea por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset.

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