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La paradoja y el estilo
Columna
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El jueves de la emoción

Zidane se va como las estrellas, en lo más alto, en pleno orgasmo

Zinedine Zidane el 31 de mayo, después de anunciar su decisión de no seguir como entrenador del Real Madrid.
Zinedine Zidane el 31 de mayo, después de anunciar su decisión de no seguir como entrenador del Real Madrid. Pierre-Philippe Marcou (AFP)
Boris Izaguirre

Comencé a ver el debate de la moción de censura al gobierno de Mariano Rajoy por TVE porque prefiero ver los acontecimientos importantes a través de cadenas públicas. Lo de la consulta catalana el pasado octubre lo vi entre la BBC y La 1. Hice lo mismo con la boda de Meghan y Enrique y los discursos de Felipe VI. Pero este jueves en El Programa de Ana Rosa analizaban la llegada al Congreso de los protagonistas de la moción como si estuvieran narrando una alfombra roja. Me cambié decididamente a Telecinco porque sentí que esta moción había que enfrentarla con otra emoción, con ironía en detalles que siempre creemos poco serios y en realidad no lo son. Ana Rosa se mostró sorprendida de que Pablo Iglesias acudiera con traje y Montserrat Domínguez le corrigió: era una combinación de pantalón vaquero y americana. Ana Rosa insistió en que se había puesto una camisa de vestir que no era de su agrado. Y aprovechó para desnudar la novedad de que por fin se detallaba el vestuario de un político en vez de comentar el de una mujer.

Fue buena idea de Telecinco ofrecernos ese momento de alfombra roja, porque los políticos han conseguido convertirse en estrellas del entretenimiento. Les suceden cosas que antes solo les pasaban a las celebridades. Se les señala y censura y van y vienen de la cárcel en pareja, como el matrimonio Luis Bárcenas—Rosalía Iglesias. De hecho, yo habría retransmitido las llegadas de ambos a recoger sus sentencias penales. Bárcenas con un Macintosh beige que se pueden hacer a la medida en Dublín Y Rosalía envueltísima con pañuelos primaverales y un humor de perros. Alguien debería convencer a la señora de Bárcenas que tenga un mejor trato con la prensa. Es incongruente ser rico y antipático. Todos los ricos que conozco son encantadores. Sea enriquecimiento lícito o ilícito. A nadie le cae bien una persona antipática, Rosalía, mi amor, aunque hayas reunido con esfuerzo familiar los 200.000 euros de tu fianza, si sigues así la gente puede decirte cosas en la calle que te hagan volver a casa a encerrarte. Con todo lo que ha viajado y vivido la señora Bárcenas, parece mentira que insista en ese tono agrio que solo demuestra desconocer que las buenas maneras son gratis.

Rosalía Iglesias, mujer del extesorero del PP Luis Bárcenas, a su salida de la prisión de Soto del Real.
Rosalía Iglesias, mujer del extesorero del PP Luis Bárcenas, a su salida de la prisión de Soto del Real.Paolo Aguilar (EFE)

Ese malhumor no es exclusivo de Rosalía. Se ha contagiado a Génova, 13. ¡Hay que ver cómo se ha puesto Dolores de Cospedal en la Comisión! Es un poquito cínico enviar a María Dolores a dar explicaciones por la sentencia de Gürtel, o la no dimisión de Rajoy, porque es someterla nuevamente a la misma tortura pública. Este martes, vestida un poco como Brigitte Macron, dijo que los hechos juzgados sucedieron hace 15 años y no tienen nada que ver con ella ni con su marido. Con su cara y su carisma puso el turbo y se lanzó a explicar la nueva versión de la teoría de la Relatividad. Una teoría en la que política y realidad se estiran y encogen con la envidiable elasticidad de Jennifer Lopez en su último vídeo. Recordé el perfume de Cospedal, que estuvo muy cerca de mí en unos premios Ortega y Gasset; pondría las manos en el fuego que lleva más de 15 años acompañándola. Peluquería y perfume deben ser elementos de poquísima variación en una dama. Ni siquiera una moción de censura debe alterarlos. El jueves, Cospedal habló con la voz llena de calma tensa y fraseó de Maja de Castilla. Son momentos así en los que Soraya debería sustituir a María Dolores, como gesto de compañerismo. Lamentablemente Sáenz de Santamaría esta cada vez más parca en gestos. Y en estilo. Mientras toda la bancada popular aplaudía de pie a Rajoy, quizás por última vez, ella se mantuvo sentada, ensimismada en unos pensamientos que, por su cara, parecían cubiertos de nubarrones. O ambiciones.

Rajoy no quiso estar presente cuando por fin intervino Aitor Esteban, por el PNV. Fue como una final de Eurovisión. ¡Qué nervios y cuantas vueltas dio para dar la estocada final! Aunque influyente, su look con gafas de pasta, casi un antifaz, combinadas con una corbata marrón sucio no va a ponerse de moda ni en Bilbao. Otra sorpresa estilística fue la inesperada renuncia de Zidane. El entrenador, al contrario que Rajoy, decide marcharse en lo más alto. Como las verdaderas estrellas. En pleno orgasmo. Y sin moción.

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