Noche en la ópera
En el momento culminante de la obra, unos cuantos asistentes desenfundan el móvil y se hacen fotos de manera frenética, todas desde el mismo ángulo, con pocos cambios de semblante. Ya desde el comienzo dieron muestras de no estar atendiendo a la obra en sí, sino esperando el momento propicio para hacerse la foto que más “me gusta” pudiera obtener. Hoy la propia vida no es ya más que un fondo de cartón piedra al servicio del más triste de los narcisismos.— Jaime Molina Lizana. Loja (Granada).
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