Así son unos premios de cine porno gay
Los Prowler European Porn se entregaron en Londres entre reconocidas 'drag queens', acrobacias, champán y mucho espectáculo
Por un fin de semana los destinos exóticos desaparecen: en Londres hubo un evento especial. En la ciudad inglesa viví varios años, y habrá post de la ciudad, pero el pasado fin de semana fue una visita exprés para asistir a los premios europeos de cine porno gay Prowler. Así, con toda la frivolidad que requería el acto, me emperifollé con mis mejores galas, me encasqueté mi sombrero de copa, mi fajín, mi chaleco y mi camisa formal para un evento en el que al final hubo de todo menos ropa, más bien arneses y suspensorios entre numerosos profesionales, modelos, gogós, champán, espectáculos en directo y reconocidas drag queens. Y me lancé a conocer a todos esos personajes que pueblan las pantallas de móviles y ordenadores y que son la fantasía de muchos usuarios de pornografía.
La entrega, que abrió el actor James Castle, tuvo lugar en la discoteca Fire, en el distrito de Vauxhall, zona de ocio alternativa al conocido Soho de Londres; y se pareció bastante a cualquier otra fiesta de galardones. Los candidatos salían a la palestra y la famosa Chi Chi LaRue —el álter ego drag del director de cine porno gay Larry David Paciotti— repartía los premios escoltada por asistentes vestidos solo con suspensorios y un afterparty amenizado por los Djs Lee Harris y Matt Unique. Lo diferente llegó después.
Actuó Marshall Arkley, un musculoso comefuegos que realizó un sugerente striptease mientras tragaba antorchas en llamas, también un acróbata que hizo un número suspendido en largas y brillantes sedas que colgaban del techo, y shows de sexo en directo que corrieron de parte de Dolf Dietrich, con una puesta en escena impresionante, o Max Duro, ganador del premio Hottest European Porn Star 2018. Duro lo recogió de manos de LaRue, que alabó su trabajo del último año; él acabó emocionado y entre lágrimas de camino al taxi mientras no paró de insistir en lo mucho que apreciaba este reconocimiento. No tenía datos en su móvil y le compartí los míos, y, mientras charlábamos, me sorprendió descubrir a alguien totalmente alejado de la apariencia que puede llegar a transmitir a través de la pantalla, con un discurso sobre su trabajo profundamente serio y profesional. Algo que también transmitió John Rodriguez, el único español nominado a los Grabby Award, otros galardones del cine pornográfico homosexual que se celebran este fin de semana en Chicago.
En Londres no todo fue gay. Por allí paseó la dominatrix de Florida Sully Savage, que llevaba dos esclavos sujetos por cadenas, una actriz que se toma muy en serio su personaje y que puede llegar a estar en un restaurante y pedir a través de sus redes a sus seguidores que le paguen el almuerzo mediante alguna plataforma de pago. Lo curioso es que siempre hay más de uno y más de diez dispuestos a hacerlo.
Sobre el escenario, en varias ocasiones, apareció un juguete sexual llamado Flesh Jack, un masturbador masculino transparente que tuvo tanta presencia que olió a promoción a leguas. La industria del porno gay, como el resto, mueve mucho dinero, y ya no es por los vídeos o DVDs, cada vez menos vendidos por la ingente cantidad de material gratuito disponible en Internet.
Contaba el productor y dueño de Gay TV Logan Rogue que el dinero ahora está en las suscripciones mensuales a páginas porno, unos 10 euros al mes de media. La promoción de esos vídeos se hace mediante tráilers por Twitter, principalmente en los perfiles de los actores, pero solo pueden verse completos si eres abonado. A la vez, ellos tienen otras formas de financiación. Las plataformas de Only fans y Just for fans (esta última patrocinadora del evento Prowler), por ejemplo, donde los actores suben vídeos muy explícitos; los usuarios pueden inscribirse por entre 5 y 10 euros al mes al perfil de un actor en concreto y tiene acceso a estos vídeos. El profesional se lleva un porcentaje directo de la cuota mensual, que aumenta proporcionalmente con la cantidad de usuarios suscritos. O algún otro portal (no solo gay) como Cam 4, un canal interactivo en el que los modelos tienen acceso a una webcam donde el modelo lee las sugerencias y propuestas de la audiencia a través de un chat en directo y accede a ellas a cambio de una recompensa económica que abonan a través de Paypal o tarjeta de crédito.
Lo más interesante del evento estuvo fuera del foco del escenario. Entre el público, con productores americanos como Mr. Pam —una espléndida señora rubia que puede parecer una drag queen pero en realidad es una mujer y productora de cine gay porno en EE UU— y Michael Lucas, dueño de Lucas Entertainment, la charla se dirigió al declive del cine porno tal y como se concibió hasta hace relativamente poco. La culpa, obvio, la tuvo la aparición de internet primero, y los nuevos formatos después. El material generado para smartphones, por ejemplo, que es el medio más utilizado para acceder a contenido pornográfico. O Twitter, Tumblr, y las plataformas mencionadas anteriormente, que son las nuevas tendencias en pornografía.
Este viaje, sin ninguna duda, ha sido uno de los más instructivos en mucho tiempo. Si podéis, no perdáis la oportunidad de acercaros a algún salón erótico o entrega de premios esta temporada porque, más allá del músculo y la diversión del show, hay un interesante mundo que descubrir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.